jueves, 11 de abril de 2013

Lactobacilos

Eran cerca de las 10 de la noche cuando Medina llegó a casa de Nina, como siempre, le mandó un mensaje al celular para anunciar su llegada en lugar de tocar al timbre. Un par de minutos después ella salió a recibirlo. Una vez más, pensó que se veía guapísima aun y cuando ella nunca se maquilla. Eso debe ser. Además no acostumbra decírselo porque tampoco es muy agradecida con los piropos. Después de abrazarse al encontrase, pasó a la habitación del fondo de la casa, habitación pequeña y sencilla, con un ropero sobre el que había una televisión, una cómoda, un sofá de dos plazas lleno de ropa, una cama matrimonial y una pequeña mesa con su respectiva silla. Los padres de Nina hacía rato que estaban ya en su recámara en el piso superior. Con tres botellas de caguama que ella le dio, Medina salió a la calle una vez más a rellenarlas en la vinatería de la esquina, a comprarse unos cigarros y a buscar un par de botellitas de lactobacilos para ella. Era noche de jueves: dominó y cerveza.

—Que bueno que llegaste, me moría por una chela. —dijo ella cuando regresó con la bolsa de botellas sudorosas, mientras sintonizaba su televisión en algún canal donde pasaran rolas decentes. Medina destapó la primer cerveza y procedió a servir en los vasos que Nina había acercado a la mesita. Nina comenzó a hacer la sopa y a abrir las notas de la partida en una pequeña libreta. Rodaron algunas monedas de a peso sobre la mesa. Insistía en jugar apostando pesitos.

Hacía más de un año que salían de vez en cuando, ajenos a todo glamour y romance, se limitaban la mayoría de las veces a circular en el carro de Medina mientras daban cuenta de las cajetillas de cigarros, los sixes de cerveza, siempre ojo avizor por si los sorprendía algún representante de la ley. Cuando Medina se cansó de gastar gasolina y estar arriesgándose a que algún policía lo detuviera fue que ella sugirió pasar las noches jugando dominó en su casa. Era una buena idea. Hacía mucho que Alejo no tenía dónde jugar y ella lo hacía bastante bien. Partidas reñidas, intercambio de pesitos.

Hora de por medio, hacían una pausa en la charla para que ella sacara su botellita de lactobacilos y se pusiera a fumar crack, con lo que pasaba algunos minutos sumida en el mutismo.— "Después de que fume, no me hables". —Él era obediente en ese sentido. No le gustaba Nina cuando fumaba piedra. No le gustaba pero se sabía cobarde para hacerle alguna crítica al respecto. Hacía años que había visto más de un caso en el que buenos jóvenes echaban una buena parte de su vida a la basura a causa de la droga. Alguna vez tendría que fajarse los pantalones y hacérselo saber a la mujer con la que acostumbraba jugar al dominó y tomar cerveza hasta altas horas de la noche y a la que irremediablemente quería bien.

—Se me acabaron los pesos.

—Tu me dirás. —Medina ya había pasado alguna vez a apostar besitos en lugar de pesitos. No estaría mal que las apuestas subieran.

—Vamos jugando así. Ya veremos. —dijo ella.

—Sale.

Poniendo su mejor empeño en una buena partida de dominó, Medina estuvo a punto de colgarle un zapato a Nina. Era más la curiosidad. Sin embargo ella sabía su maña. Quizás fuera que Alejo dejó de pensar con su mente y se dejó distraer por el discreto pero bonito escote de Nina, el caso es que terminó perdiendo.

—Vamos. —dijo ella— Llévame a un viaje sideral, eso gané. —La muy infame quería ir a comprar otra piedrita.

Medina condujo en silencio durante todo el viaje, encabronado y rumiando una vez más su cobardía.

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