domingo, 23 de febrero de 2014

jueves, 13 de febrero de 2014

"..., 98 - No debo caer en provocaciones de gente pendeja, 99 - No debo caer en..."

Desde hace algunos meses que me convencí a mí mismo de que escribir me abriría las puertas a otro mundo, y puedo decir que así ha sido. Pero no me he podido sumergir en ese mundo que tanto quiero conocer porque escribir no es la actividad que me da los medios para sobrevivir ni sacar adelante a mi familia. Mi amigo el Pirata me dijo una vez que soy un escritor atrapado en el cuerpo de un programador de sistemas. En la presentación de mi libro Elvis es un buen tipo, mi amigo Luis Cisneros dijo que soy un escritor formado que en su tiempo libre se dedica a programar computadoras. En realidad no es mi tiempo libre el que ocupo en esa actividad, sino lo contrario. Hay cosas en las que he reflexionado y que deberé tomar muy en cuenta si de verdad quiero llegar a ese otro mundo.

Ahora que estoy a punto de terminar de escribir mi segundo libro, estoy más tranquilo que la primera vez, quizás se deba a la experiencia. También se debe a que hay cosas que no volveré a hacer en esta ocasión por muchas ganas que tenga de ver terminado mi libro.

La lista estará cambiando.
  1. Que mi participación directa llegue sólo hasta la supervisión de la producción material del libro. La vez anterior, literalmente hice yo el libro. Yo imprimí, corté, pegué, doblé y empaqué el libro. Fue algo muy bonito y aleccionador que terminó por convertirse en algo cansado y tedioso. Esta vez, aunque cueste más trabajo conseguir los medios, buscaré el modo de que sea una imprenta quien haga la manufactura.
  2. No volveré a encargarme personalmente de la venta. Definitivamente haré el esfuerzo de conseguir un agente que lo haga por mí.
  3. No confundir modestia con humildad. No debo permitir que la modestia se interponga en la manera en que me refiera a mi trabajo.
  4. No volveré a regalar el libro. Desde luego que habrá ocasiones en que sea necesario hacerlo. Pero no volveré a regalarlo a diestra y siniestra. Al día de hoy, la mayor parte de gente a la que se lo dí, me ha demostrado que no lo aprecia y hay incluso quien piensa que es mi obligación regalarlo, al grado de que "me lo exigen" aun y cuando deba costear yo la mensajería para enviarlo a otra ciudad. (¡a la chingada!)