lunes, 27 de diciembre de 2010

De a un rockstar por vez

Aquí tenía originalmente un capítulo llamado "De a un rockstar por vez" de mi novela corta. Los he quitado todos de aqui. Pero como no quiero quitar la entrada y he tratado de poner algo ad hoc con el título original dejo aquí el video que inspiró tal capítulo. Estaba con mi gran amigo Angel Urquizo festejando su cumpleaños con unas cervezas de por medio en el bar La Bohemia cuando lo pasaron. Juro que pensé que era Jim Morrison hasta que comenzó a cantar.

Así andaba.

martes, 16 de noviembre de 2010

El odio como catarsis

Sé que el odio es un sentimiento que nos hace mal. Que no nos lleva a ningún lado y que nos hace cometer actos de los que después nos podemos arrepentir.

También sé que los objetos de nuestro odio generalmente ni siquiera lo merecen. Que al odiar algo le concedemos importancia.

Que el odio deportivo no es en absoluto justificable y que es, en cambio, enajenante.

Sé que no ganamos nada con odiar.

Pero no lo puedo evitar.

Odio a los New England Patriots

Odio a Bill Belichick

Y sobre todo

ODIO A TOM BRADY

Ojalá que juegue con diarrea el resto de la temporada, que le salga orzuela en su pelito de metrosexual y que no vuelva a tener una relación sexual satisfactoria.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Plomo en la cabeza

La resistencia existe.
- En caso de que el mundo se desintegre

Resistir es vencer.
- PIT II

Aquí tenía originalmente un capítulo llamado "Plomo en la cabeza" de mi novela corta. Los he quitado todos de aqui. Pero como no quiero quitar la entrada y he tratado de poner algo ad hoc con el título original, va una rola que más de una vez siento que va conmigo. Echarle ganas, cuidar mis cosas, mis asuntos y de repente sentir que las mismas cosas salen mal. Eso hace que uno se sienta como el título del texto que estaba aquí: con plomo en la cabeza.

Aun así hay que seguir.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Rock a través del Reloj



No creo que el Rock and roll
muera alguna vez por completo,
porque van a tener que hacer
algo extraordinariamente bueno
para que tome su lugar.

- Elvis Presley



Hoy quiero agradecer a mi viejo y estimado amigo y compinche Manolo Buenrostro por invitarme a compartir con él una nueva aventura que consiste en escribir sobre Rock and Roll. Escribir y Rock, dos de las cosas que más me gustan. Inicialmente estaremos tratando de darle vida a un blog llamado Rock a través del Reloj echándole los kilos para que el concepto crezca. Esperen sorpresas.

Acompañenos en esta aventura rockanrolera, habrá para todos los gustos.

Tan solo es Rock, pero es genial!

¡salud!

"No sólo lo volvería a decir, me la volvería a fumar"



Uno puede mentir
y la canción
sigue diciendo
la verdad


Hace tan solo un par de días que tuve la suerte de poder asistir al concierto de Andrés Calamaro en el Teatro Diana de Guadalajara. No había tenido oportunidad de verlo.

Lo admiro al cabrón.

Canta horrible, pero quisiera algún día escribir una de las geniales frases que tiene en sus rolas. Es un divo, pero trae una excelente actitud al escenario y los músicos que lo acompañan son de primer nivel. Además, creo que es el primer concierto de rock al que voy (y creo que he ido a muchos) que estaba indudablemente lleno de chicas guapas.

Tuve oportunidad de saludar a los camaradas Enrique Blanc y Carlos Ramírez, de Argoz. Desde luego que son encuentros siempre bienvenidos.

Hubo bastante del mesianismo que caracteriza a los argentinos cargado en el ambiente y las imágenes en pantalla de viejos rockeros no me dejan mentir. Hubo playeras de futbol albicelestes y xeneizes a rabiar y la verdad dudo que todas estuvieran rellenas de argentinos. Villamelonéz en su máxima expresión.

Mi hermana Lu (¡te quiero!) me estuvo invitando los tequilitas y según yo, los estuve reservando para tomármelos en pequeños tragos (no podía abusar, venía manejando y la infame ley antiborrachos aún me asusta) en rolas seleccionadas que a final de cuentas me quedé esperando. Extrañé 5 minutos, Sexy & Barrigón, Donde manda marinero, Victoria y soledad, Tu parte de adelante, etc. Pero era de esperarse en un cantautor tan prolífico como Calamaro, además en verdad no tengo queja alguna con las canciones que sí cantó, excepto las de Jose Alfredo, pinche Andrés, apréndetelas por lo que más quieras.

Sobre las porras que le hizo a algunas cosas que representan a mi tierra tapatía no haré comentarios porque de verdad no merece la pena que yo las mencione también.

Sin embargo, no tengo quejas, un buen miércoles me la pasé escuchando al buen Andrés Calamaro con unos tequilas.

¡Salud!

martes, 2 de noviembre de 2010

Elvis es un buen tío II - Los tres Elvis

Segundo capítulo de Elvis es un buen tío

Temporada de Calaveras 2010 - Emilio y el Cardenal

Un buen día la Muerte rascaba
su calva cabeza mientras preguntaba:

¿Qué pensarán Emilio y el Cardenal
de que ella a todo mundo trate por igual?

Al ciudadano y al gobernante,
también al borracho aunque sea redundante.

A ricos y pobres y uno que otro santito
a todos se lleva sin ningún asquito.

Clérigos y políticos y hasta los honrados
a final de cuentas estarán enterrados.

¿Qué pensarán Emily y Sandoval
de que la muerte a todos trate por igual?

Niños y viejos; enfermos y sanos,
a todos nos han de comer los gusanos.

Los rectos y machos y los que no lo son tanto
acabaremos todos en el camposanto.

Todos en esta Tapatía Babel
incluso el Rector y quien está detrás de él.

¿Qué pensarán Etilio y el Cavernal
de que la Muerte a todos lleve por igual?

miércoles, 27 de octubre de 2010

Temporada de Calaveras 2010 - Feisbuc

Al Feisbuc llegó la Muerte y nadie dijo "me gusta".
Al ver tal dimensión gritó: "¡Esta chingadera asusta!".
"Yo quiero tener un millón de amigos" - pensó con optimismo
al creer que la red y la vida son casi lo mismo.
Ipso facto subió fotos de viajes, fiestas y piyamadas;
su coche, su perro y todas sus pendejadas.
Y cuando sintió lo frío de acompañarse de la pantalla,
mejor volvió pa'l cementerio a seguir dando batalla.

martes, 26 de octubre de 2010

Las fotos en corto son mejores

Aquí tenía originalmente un capítulo llamado "Las fotos en corto son mejores" de mi novela corta. Los he quitado todos de aqui. Pero como no quiero quitar la entrada y he tratado de poner algo ad hoc con el título original:

Cada vez que pienso en la oportunidad de tomarse una foto con alguien no puedo evitar recordar esta rola.

Salud



miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuando el Emporio se detuvo II

Se supone que es un día común y corriente. La noche al parecer transcurrió sin contratiempos. Había llegado temprano y al abrir las puertas y desactivado la alarma lo pudo comprobar. Los compañeros llegaron temprano también, ninguno faltó. La limpieza de rigor estaba hecha desde el día anterior, solamente era cuestión de limpiar levemente antes de abrir, dar unos retoques. La infraestructura de la cocina estaba en orden, había gas, luz, agua, los proveedores tenían todo bien surtido. A la hora indicada los compañeros comenzaron a producir hamburguesas. Las máquinas de refrescos estaban llenas y funcionando. Todo pintaba para que fuera un buen día, tranquilo y sin incidentes extraños. El sueño de todo gerente.

Después de 4 horas de haber abierto la tienda no había ingresado un solo cliente al establecimiento. Ni uno. El gerente se había comenzado a preocupar desde que había transcurrido una hora. Ni siquiera había sonado la bocina anunciando a los compradores de comida para llevar que llegan en automóvil. Ya era demasiado el producto que habían tenido que desechar siguiendo la premisa corporativa que les indica que siempre debe haber comida caliente en el aparador y que no debe permanecer allí más que un determinado número de minutos. Hacía rato que había llamado a su coordinador regional: no ha entrado un solo cliente ¿qué hacemos? En vía de mientras los empleados se habían puesto a jugar a adivinar cual de las personas que caminaban por la calle sería la primera en entrar. Estuvieron observando y podían jurar que éste o aquel estaban a punto de entrar, alguno incluso aseguró haber visto a varios vehículos dar vueltas a la manzana haciendo amagos cada vez de entrar al acceso y pedirle al micrófono su orden. Hicieron apuestas y pronósticos sobre la hora en que venderían la primer hamburguesa. Ninguno se atrevió a predecir que en todo el día no lo harían. El gerente se había asegurado personalmente de que las puertas estuvieran abiertas y solamente las utilizaron el par de supervisores que venían a revisar cómo diablos estaba ese asunto de que en todo el día no había habido una sola venta. No lo esperaban, hablaron de nueva cuenta con su coordinador que ante lo alarmante de la situación ordenó que de inmediato trasladaran la mitad de las materias primas perecederas que no se habían arruinado a otras sucursales y que el costo de toda la mercancía que se había echado a perder fuera cubierto por el personal del local. La noticia llegó con el cambio de turno y la totalidad de los compañeros se negó rotundamente a cargar con el enorme costo de la falta de ventas de ese día. Unánimemente decidieron retirarse sin iniciar siquiera su turno de trabajo a menos que se diera marcha atrás a dicha medida. Ese día no sólo no hubo ventas, el personal del segundo turno se negó a limpiar el lugar, la cocina, recibir a los proveedores, en fin, no cerraron la tienda como es debido y en masiva desbandada renunciaron y exigieron sus liquidaciones en toda la regla. La ventaja de ser en su mayoría jovencitos en el primer empleo. Para el gerente era más ventajoso seguir los pasos de sus compañeros que quedarse a pagar los platos rotos por lo que terminó renunciando él también.

Sin embargo no pudo quedar exento de asistir al día siguiente a hacer entrega de llaves, cuentas y la tienda en general al nuevo gerente y al personal provisional que de manera emergente la cadena pudo conseguir. Los dos supervisores y el coordinador en persona hicieron acto de presencia en el lugar y desde temprano pudieron encarar la terrible realidad: ningún cliente ingresaba al local. Aún en su noche sin sueño lo habían podido prever pero las cosas eran mucho peores. A tres horas de iniciada la jornada había otras cinco sucursales en iguales condiciones: sin una sola venta.

Cuando finalizó el tercer día uno de los supervisores desapareció para no volver a ser visto en esa parte del planeta, las malas lenguas dicen que desde entonces anda a salto de mata escondiéndose de todos sus acreedores. Al otro supervisor su mujer le exigió el divorcio y su amante lo mandó al carajo porque era incapaz de mantener los gustos y gastos de ambas mujeres. Al coordinador regional lo encontraron colgado de la lámpara de su oficina.

Al terminar la semana la cadena se había retirado del país. Los exportadores y productores de jitomate, lechuga, pepinos, cebollas y demás materias primas se vieron seriamente afectados. Los fabricantes de muebles y aparatos de cocina también sufrieron con este fenómeno. Los proveedores de artículos de limpieza e higiene industrial y los ranchos de carne también. Curiosamente todos ellos son extranjeros. Los vendedores de hamburguesas con coronita y de la estrellita se frotaron las manos cuando comenzó el fenómeno ante el escenario de ver lastimada a su competencia y la perspectiva de aumentar sus ventas. En dos meses corrieron con la misma suerte. Al margen de todas las repercusiones comerciales y económicas que hubo a raíz del inexplicable hecho, es de llamar la atención que el público en general no se vio afectado por el cierre de los emporios hamburgueseros en el país. La gente dejó de acostumbrar la hamburguesa en su dieta diaria, si la buscaban la encontraban en los puestos callejeros y en establecimientos pequeños o en su defecto la cocinaban en su casa.

Nunca nadie supo porque la gente simplemente dejó de comprar hamburguesas a las transnacionales.

martes, 12 de octubre de 2010

¿Porqué no se puso su máscara?


Echo de menos practicar
tantas posturas elegantes.

- Manos de Topo - Morir de celos


- ¿No tienes alguna rola del Chente Fernández como en las cantinas normales? - preguntó el Guerrero Universal cuando recibió su Victoria helada en la barra del Mono en el Espacio. Hacía rato, tres cervezas, que los Manos de Topo se le habían atorado en las orejas.

Adrián Avilés ignoró olímpicamente la repetitiva petición de su amigo luchador, parroquiano asiduo del local a pesar de que siempre se quejaba de la música. El Mono en el Espacio podía ser lo que sea, menos normal.

- ¿Dónde dice que estuvo luchando el domingo pasado amigo? - preguntó sin mirar a su interlocutor al tiempo que acomodaba los vasos limpios que le había traído el mozo.

- En la Jalisco - el Guerrero contestó con fastidio, le dio un trago largo a su cerveza e hizo un nuevo intento. - Chente. No seas cabrón.

Mientras se daba el estira y afloja musical entre parroquiano y cantinero, la pequeña Juana, Jane para los clientes, Janis para los cuates, salía del baño de damas del establecimiento. Pasaba casi a diario a la cantina a tomarse una cerveza y saludar al Avilés después de una jornada de trabajo en una estética masculina cercana. Morena en serio, de ojos grandotes, bajita y piernuda; se metió detrás de la barra a despedirse del barman.

- Nos vemos mañana Adrián. - le dijo mientras le daba una palmada en una de sus escasas nalgas.
- Hasta mañana, chaparrita.
- Adiós Guerrero.
- Hasta luego, Janis.

Adrián comenzó a atender a un par de tipos trajeados que se acercaron a la barra cuando la chica salió del local. El Guerrero empinaba los restos de su cerveza cuando escuchó un grito lejano que venía de la calle.

- ¡Ven acá hija de la chingada! ¡órale!

Volteó hacia el ventanal pero no alcanzó a ver algo que le esclareciera nada. Se levantó y se dirigió rápidamente hacia la puerta.

- ¿A dónde vas, cabrón? - preguntó Adrián, ajeno al asunto.
- Al baño. Orita regreso.

Eran dos, los tipos que arrastraban a la Juana que chaparra y todo no se dejaba llevar tan fácilmente. Uno de ellos, el más grande le hacía manita de puerco mientras el otro la tomaba por uno de sus hombros al tiempo que intentaba abrir la puerta de una camioneta.

Recibir un raquetazo en la espalda sin estar preparado para ello cuando se está forcejeando con una chica de tamaño más bien pequeño por parte de un luchador profesional no debe ser nada recomendable. El tipo soltó a Janis, sintió un enorme calambre recorrer su espalda y sus miembros. El otro sacó una navaja de entre sus ropas pero antes de poder hacer otra cosa tuvo que soltarla ante la rápida presión que le hizo el Guerrero Universal a la muñeca. Como la mayoría de los luchadores, el Guerrero tenía cuidado al acercarse a quien no lo es, pero el ver a la Juana sangrando de la boca producto de algún golpe que seguramente le propinaron sus agresores lo enardeció.

Cuando Adrián asomó la cabeza por la puerta para ver la causa del alboroto, ya el Guerrero ayudaba a Janis a levantarse. Los dos matones yacían uno encima del otro sobre el parabrisas roto de su vehículo. Algunos curiosos comenzaban a acercarse.

- Chale, amigo ¿porqué no se puso su máscara? - preguntó Adrián al recibir a la chica para ayudarla a entrar de nuevo a la cantina.
- ¿Qué, me viste cara de Blue Demon? Ese güey diario andaba de mallas y capa.
- Definitivamente tenía más estilo que tú.
- ¿Ora si me vas a poner algo del Chente? - preguntó una vez más, necio e iluso, el Guerrero Universal.

viernes, 8 de octubre de 2010

Cuando el Emporio se detuvo I


San Frívolo te rindo culto,
pago tributo ante tus altares.
Mundo de consumo
sacando el jugo
de cualquier manera
voy pa' la cárcel
¿cuál es el tamaño
de la moda de paso?

- Desorden Público - Allá cayó

Podría decirse que se trata del Monumento a la Ironía. La vieja cantera con los motivos coloniales no lograba brindar una buena sombra en aquella mañana de calor atroz. El agua de la fuente era una fresca tentación mientras contemplaba la escena sentado en la húmeda y cada vez más caliente barda. El gran Benemérito parecía hacerles desde su pedestal un gesto obsceno al águila y a la mujer que burlones coronan los arcos, la enorme avenida que con todos sus carriles los separa no parece obstaculizar la estampa. Irónico. No se le ocurre a Quirino otra forma de nombrarlo: Irónico ¿de qué otro modo llamaría alguien al hecho de que el prócer más antiimperialista de la nación tenga como telón de fondo una enorme M amarilla vendedora de felicidad fugaz en forma de hamburguesa y una tienda que todo lo vende a dólar?

Hacía 15 minutos que la vista de dicho escenario había distraído a Quirino de su habitual contemplación de senos y nalgas, actividad que desde la barda de la fuente le ofrecía generalmente selección y variedad. Todos los días dedicaba esos minutos a la admiración del transeúnte cuerpo femenino antes de irse a almorzar. Decidir dónde nunca le tomaba más tiempo.

Hoy había decidido comerse una enorme hamburguesa de payasito. El sudor comenzaba a caerle en los ojos, hacía más calor de lo habitual y pensó que era una buena señal para levantarse para cruzar la avenida y entrar al agradable clima artificial del establecimiento. Alguna vez había creído que nunca consumiría semejantes productos, decía que la franquicia se había hecho rica con una sola vaca, que para rumiar mejor mascaría ligas o que para malcomer, en la calle le sale más barato, en fin, mil y un argumentos que terminó botando a la basura el día que aceptó que tenía ganas de una cajita y que más le valía reconocerse a sí mismo como parte del omnipresente sistema. Lo peor de todo, pensaba mientras caminaba hacia el lugar, es que está ubicado de manera excelente, con unos frondosos pinos en la calle lateral que ofrecen una acogedora sombra en medio de los 32 grados del mediodía zapopano. Le agradaba el lugar. Quirino se detuvo, las manos en las bolsas del pantalón y el gesto de extrañeza que se dibujó en su rostro le dieron un aire cómico, volteó hacia atrás de él y confirmó que había pasado más de media cuadra del establecimiento ¿en qué diantres estaba pensando?

Regresó sobre sus pasos y comenzó a darse a sí mismo una retahíla de adjetivos de los que se creía merecedor a causa de su descuido. Ya tenía ganas de saborear una cremosa nieve que artificial y todo le ayudaría a aliviar el calor no sin antes haber rellenado un par de veces su vasote con refresco y remojar con catsup sus papas fritas. Habría que ver si había juguetitos nuevos, los de la última promoción ya los tenía todos y además..., maldita sea. Quirino rebosaba en sudor, estos paseos que se estaba dando frente a la tienda sin entrar lo estaban dejando en su jugo. Una vez más miró sobre su hombro y descubrió que había dejado atrás la puerta al pasar de largo otra vez. Regresó de nuevo y esta vez no se distraería mantendría su mirada fija en la puerta, como niño al que le están enseñando a caminar. No dejaría que sus desvaríos lo distrajeran. Cada vez que viene le produce ansiedad el hecho de hacer una larga fila, no se quiere tardar y esta vez está vacío no hay nadie ¡excelente! no tendrá que esperar turno. Ya pasan de las doce, podrá pedir una hamburguesa y no un maldito desayuno de los que preparan en la mañana, será de las primeras del día y además tendrá oportunidad de elegir una buena mesa, si es posible junto a una ventana para poder seguir mirando chavas al pasar mientras come, ya no hay mucho tiempo pues se ha demorado bastante dando vueltas a lo tonto...

No lo podía creer.

Pálido del coraje, Quirino dio vuelta una vez más. Había intentado entrar tres veces a comprar una dichosa hamburguesa y no lo había conseguido, se había descubierto varios metros más adelante pensando estupideces, cada vez más acalorado y sintiéndose más imbécil en cada nueva ocasión. Estaba cansado, no era para menos, tenía 10 minutos asoleándose sin sentido. Aprovechó una cercana sombra de pino y ésta vez contempló con calma la puerta del lugar, sus interiores. No había clientela, no había automóviles en el estacionamiento ¿estaría cerrado? no, los empleados estaban allí. Hasta diría que lo miraban implorantes ¿qué sucede?

Terminó yendo a almorzar unos tacos de canasta.

jueves, 7 de octubre de 2010

¿Zoociedad moderna?

"Las redes sociales son un vicio
y yo ya dejé vicios más peligrosos"

- Andrés Calamaro


Andrés Calamaro, al informar sobre su salida de Twitter, aseguró que vive mejor "sin tener que leer la mierda que publica esa porción de la clase media". Esto fue publicado en una nota de Milenio que aquí comparto.

Recordaré aquí unas palabras de un maestro de comunicación que alguna vez tuve, Mario de la Cruz, que nos dijo que "Es imposible no comunicarse" y ya en eso, también a la genial Susanita Chirusi cuando se queja preguntando: "¿Te conté sobre mi problema de incomunicación? Es no poder incomunicarme".

Todo lo anterior viene a cuento por los comentarios que he estado escuchando y leyendo sobre el auge de las Redes Sociales y el efecto que, dicen los entendidos, puede tener en el comportamiento de las grandes sociedades y, en consecuencia, de los individuos.

Siempre es mejor echarle todas las culpas a las mencionadas herramientas que a sus pasmados usuarios. Esos que no contestan los correos, esos que no tienen iniciativa para iniciar una charla, los que ignoran olímpicamente un mensaje, los que usan las redes como si fueran un lavadero gigante, los que se creen cualquier patraña que se encuentran en la red. Los que, evidentemente, no pueden comunicar algo útil.

Creo que aplica mejor el sencillo concepto que me enseñaron en mi carrera de informático sobre el comportamiento de las computadoras según el usuario: Basura entra, basura sale.

¡Salud!

P.D. Y aquí estoy yo haciendo el caldo gordo a tal desmadre... sea pues.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ni una palabra

Hacía rato que la cosa había dejado de estar bien. El pequeño pellizco que había sentido al principio llegaba al punto de ser un agudo entumecimiento. Comenzaba a perder la paciencia.

- ¡Hola m'ija! ¿cómo te llamas? - había preguntado hace tan sólo tres cuartos de hora a la llamativa y voluptuosa figura que estaba en una de las solitarias esquinas de avenida de los Laureles.

- Ignacio - le respondió la jovial pero ronca voz con una sonrisa llena de brackets contoneando las nalgas al hacerlo. Al Comandante Mendoza le dio un escalofrío.

- Ah, ¿y cómo te dicen? - preguntó recobrando la postura inicial de galán.

- ¡Pos Nacha!

- A ver, ven y ponme atención un momento...

Mendoza recordó brevemente la transacción con la Nacha y no pudo menos que sonreir aún en medio de la situación en la que se encontraba. Conducía con los códigos apagados y a baja velocidad por las callejuelas más solas y oscuras que pudo encontrar por el norte de Zapopan rezando para que no ocurriera nada que lo obligara a reportarse. - ¡ay! ¡no te muevas pendejo, si no quieres un plomazo en el rabo! - le gritó a su forzosamente silencioso acompañante. El dolor se incrementaba.

- Necesito un favor, mano, urgente - le había dicho hacía casi una hora por teléfono a su contacto con los paramédicos de la Cruz Roja. - No, nada de ambulancia, nada de códigos, nomás tu y tu botiquín. ¡Y calladito por favor! Si, en Zapopan. Te veo en media hora atrás del Soriana Belenes ¡en chinga, cabrón!

El sudor frío lo bañaba mientras esperaba. Mendoza volteaba nervioso para todos lados esperando que nadie lo sorprendiera. Monitoreaba la radio para tratar de percatarse si alguna unidad de policía se acercaba a donde estaba él. Nada ¿dónde andará este güey?

Por fin la camioneta de Aníbal el paramédico daba vuelta en la esquina. Mendoza encendió un par de veces su altas para llamar su atención. El otro se acercaba ya maletín en mano.

- ¡Quihúbole mi Comandante! ¿porque tanta urgencia? ¡ah, cabrón! ¡disculpe usted, si quiere regreso en un rato! - exclamó Aníbal al percatarse de la presencia de la Nacha.

- ¡Nada de al rato! ¡Ayudame cabrón!

Aníbal se retorcía de la risa pero Mendoza había perdido ya la paciencia. Puso el cañón de su pistola en la cara del paramédico. - ¡Órale pendejo! No estoy para cuentos ¡Rápido y con cuidado!

- Ni hablar. Lo que urge, urge. - respondió poniéndose los guantes de látex mientras procedía a tratar de despegar el glande del Comandante de los brackets de la Nacha. Atesoraría este recuerdo.

- Ni una palabra, recabrón.

- Nada de eso mi Comandante. Nada de eso. - respondió el otro sonriendo.

martes, 5 de octubre de 2010

Family Guy


- Ve nomás cómo vienes, desdichado. - Aunque la buena señora ni siquiera levantó la vista de las zanahorias que rebanaba metódicamente sobre una tablita en la mesa de la cocina. Quizás pensaba que si no le hacía un amago de llamada de atención a su marido podría ser tachada de esposa irresponsable. La verdad le valía madres.

El Rulas ni se inmutó. Simplemente continuó mesándose el cabello al más puro estilo de Stan Laurel mientras pasaba de largo junto a su mujer directo al refrigerador para sacar las dos últimas latas de Tecate jalándolas de los anillos de plástico que las unían. Destapó una de ellas. - ¿Me grabaste mujer? - preguntó después de empinarse la mitad de la primer cerveza y soltar un eructo.

La mujer lo miró por primera vez, sus ojos parecían echar fuego, pero después de unos instantes soltó una sonora carcajada. - ¡Claro que te grabé, viejito! ¡Te estábamos esperando! ¡Niños! ¡Ya llegó su papá, vamos a verlo en la tele!

Una horda de seis chiquillos salió corriendo destruyendo todo a su paso, pero eso sí, en riguroso orden de edad, como la Familia Telerín. - ¡Apá, apá! ¡llegó mi apá! - gritaban con alegría. El Rulas sonrió debajo de su abundante mostacho mientras abría los brazos para recibir a su prole. La mujer luchó un momento con la videocasetera mientras los escuincles ocupaban sus respectivos lugares en la salita, algunos en el suelo, otros en alguna raída silla. El más pequeño seguía abrazando al Rulas. La señora oprimió play. El Show de la Barandilla iniciaba mostrando al bigotón padre de familia mentando madres e invitando a toda la raza a una fiesta perrona desde la caja de una patrulla de vialidad que se lo llevaba a observación mientras él finalizaba su intervención lanzando un beso a la cámara y diciendo ¡los amo a todos!

La familia entera aullaba y aplaudía mientras el Rulas, orgulloso, se hinchaba como un pavorreal y le daba un nuevo trago a su cerveza.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Carne de Cañón IV - Enjuagues

Normalmente la apariencia del Licenciado es impecable. Por lo menos en los términos de etiqueta tan rígidos que en el ámbito político se tienen. Además, no deja de ser un Licenciado en Derecho y no se debe de olvidar la mentalidad tan prejuiciosa que dichos especimenes tienen en materia de vestir. Pero no sólo se trata de la apariencia. Este personaje sabe cómo vestir, cómo moverse y utilizar sus modos para imponer, para dominar su entorno. Algo muy útil cuando se es una persona con poder.

Pero en este momento el Licenciado tiene una apariencia distinta. Las bermudas, la camisa floreada y las sandalias en las que está enfundado y sobre todo, el carrito para compras y el que se encontrarse en el Gigante de Plaza Patria le daban una apariencia invisible. Nadie en lo absoluto le prestaba atención. El pasillo de los vinos es lo suficientemente amplio para permitir el paso de dos carritos. Y el hecho de que el otro carrito esté conducido por otro personaje igual de intrascendente visualmente es algo de lo más normal.

El Licenciado se encontraba tratando de decidir entre una botella de Tequileño y una de Sauza, ambas de a litro, cuando se dirigieron a él.

- Imagino que será para sus invitados menores esa botella que tanto le cuesta elegir, Licenciado.
- No, la verdad es que es para mí. Mi condición no me ha quitado el gusto por los tequilas buenos, bonitos y baratos, pa’ hombres. – Respondió decidiéndose mejor por una de Orendáin que se encontró en el anaquel. – Y si además aprovecho para hacer algunos negocios cuando vengo por ellas, resulta también provechoso su consumo, mi Comandante.

El Comandante completaba su disfraz casual con unas gafas oscuras, aunque los bigotes mantecosos delataban su estado policial.

- Quihúbole Lic, a mi no me gusta venir al súper, ni siquiera para hacer negocios. A mi mujer nunca la acompaño y si se da cuenta que ando viniendo para acá, después lo va a hacer ley. Para esto, prefiero un buen restaurante. O ya de menos una cantina.
- Los negocios son negocios, y si lo que quieres es discreción, no hay mejor lugar. – respondió el Licenciado meneando tristemente la cabeza ante la confesión mandilona de su interlocutor.
- Tiene razón, Lic. A lo que vinimos. ¿Cómo le fue con lo que quedamos?
- Se hizo lo que se tenía que hacer. Su depósito está listo desde hace una hora y la entrega ya va en camino sin el menor contratiempo. – El Licenciado se encontraba ya eligiendo unas latas con abulones, jamón serrano, champiñones y aceitunas para completar el entremés.
- ¿Y lo otro?
- Le encargué la chamba a uno de mis presidentes de prepa. Al del matutino de la Voca. El debe de haber jalado a dos o tres de sus compinches para hacerse acompañar. Me dieron buenas referencias de él, de modo que algo sencillito como eso lo debe de poder hacer bien.
- Pues le tengo noticias. Hoy en la mañana los pescaron. Los detuvo una de mis unidades y en la inspección de rutina se pandearon. Tu presidentito sacó una pistola y cuando vio que sus achichincles no le hicieron jalón la quiso librar solo. Lo cosieron a tiros allí mismo, agarraron a los otros dos y ahora tengo a cuatro elementos en espera de su condecoración por buen cumplimiento de su deber por la detención y además el aseguramiento de los 20 kilos con los que los mandaste. – Informó el Comandante mientras, para no ser menos, se compraba unos quesos hediondos y unas carnes frías. Para el Chivas – Aclas de la tarde van a quedar de pelos con unas chelas, pensó. – Pero no todo está perdido, el carro salió ileso. Me hubiera dolido cualquier rasponcito que le hubieran hecho.
- Bueno, era de esperarse también. Después de todo, esa era la cuota. Hacemos la entrega, yo gano, tú ganas. Tus polis hacen como que trabajan y yo me deshago de lo que demuestra no funcionar bien. Todos contentos.
- Pero te quedaste sin un presidente de prepa. – El Comandante cogió una bolsita de cacahuates japoneses, la abrió y se puso a comérselos mientras continuaban avanzando detrás de sus respectivos carritos.
- Psé, pero no importa demasiado. Si lo vinculo con la contra estudiantil con el expediente que le alteramos, al final sigo ganando. Perjudico la imagen de mis adversarios sin perder demasiado en el camino. No pasa de que ponga otro mono ahí.
- Bueno, eso es asunto suyo, Licenciado. Entonces ¿quedamos bien?
- Todo bien, mi Comandante.
- ¿Puedo contar entonces con usted para el mes que viene?
- Desde luego. Pero recuerde que el mes que viene le toca a usted que caigan elementos de los suyos, también cumpliendo con su deber.

El Comandante asintió con la cabeza mientras se echaba un puñado de cacahuates a la boca y se batía en retirada con su carrito de compras. Se despidió con un gesto. El Licenciado podía seguir paseándose en el súper, a él le valía madres.

FIN

NOTA: Hace algunos años escribí Carne de Cañón con la idea de participar en el concurso de cuento de la revista electrónica palabrasmalditas.net y más que ganar, me interesaban el fogueo y la crítica. No gané; y desconozco si hubo alguna crítica (con un solo juez con más de 200 participantes debe haber estado cabrón). No me gustó en ese sentido la experiencia y espero haber aprendido a prescindir de tales eventos. Sin embargo me divertí mucho escribiéndolo y me he divertido aún más cuando mis amistades me hacen cualquier comentario sobre el texto.

¡Salud y gracias!

Carlos G Garibay

martes, 28 de septiembre de 2010

28 de septiembre

Soy un necio, lo sé. Una vez más envié a concursar un relato y por eso lo tuve que quitar de aquí. Saludos

viernes, 24 de septiembre de 2010

Carne de cañón III - Gato inmediato


Es la una de la mañana, es noche de sábado y el clima lluvioso podría deprimir a cualquiera. La avenida 18 de marzo en esa parte de la Zona Industrial lucía particularmente lúgubre. Calibos le daba las últimas fumadas a su cigarro y rogaba porque pronto le vinieran a abrir la bodega donde le iban a hacer la entrega. Era su antepenúltimo cigarro y si se le terminaban ya no tendría con qué espantar el sueño. Además no tenía la menor intención de compartirlos con Roberto y Gilberto, los dos gorilas a quienes les había ordenado que lo acompañaran.

- ¿Porqué no hacemos esto mañana, Calibos? Ya es muy tarde y me chingo de sueño
- ¡Déjate de mariconerías, Gilberto! – respondió gritando Calibos, al que la menor muestra de indisciplina siempre lo sacaba de sus casillas. – De haber sabido que se iban a poner tan nenas hubiera venido con alguien con más ganas de ganar billetes.
- ¿De plano nos van a pagar bien?
- Yo te voy a pagar bien si haces bien la chamba, Roberto. Eso que no se te olvide y más vale que así salgan las cosas.

Las puertas de la bodega se comenzaron a abrir. Un sonido chirriante producido por la falta de aceite en lo goznes y la tenue luz del interior contribuían a que el ambiente tétrico se sintiera más denso. El viejo que empujaba las hojas de la puerta los miraba detrás de un gesto impasible, rutinario más bien. Calibos sintió alivio de que por fin estuvieran abriendo la puerta. Hacía casi una hora que habían llegado al domicilio indicado y ya se había aburrido de golpear a la puerta. Sus órdenes eran precisas y eso era lo que lo mantenía esperando aun. Eso y el deseo de cumplir eficaz, puntual y lambisconamente con lo que el Licenciado le había encomendado. Y aunque nunca lo admitiría, no sabía si podía mantener a sus aburridas huestes en orden.

- Buenas – saludó Calibos – venimos de parte del Licenciado…
- Si, muchacho – interrumpió el viejo – hace rato que los estamos esperando, pásenle.

Calibos frunció el seño ante los modales bruscos y cortantes del viejo. Lo sintió como una falta de respeto a su investidura recién adquirida de heraldo del Licenciado. Sin embargo no replicó, se metió las manos a las bolsas de la chamarra y comenzó a entrar a la bodega detrás del anciano, no sin antes escupir a un lado como toda respuesta a la afrenta.

- Vengan acá – le dijo a su séquito.

La bodega estaba mejor iluminada por dentro que por fuera. Tras la tenue luz que se veía hasta hacía un momento desde afuera, se podía apreciar una nave mucho más amplia y que estaba mejor iluminada. Había varias personas adentro cerrando unas cajas de madera muy grandes y después subiéndolas a un par de camiones con la ayuda de un montacargas. No pudo ver el contenido de ninguna de ellas pero pensó que era mejor de ese modo. Eran alrededor de 14 trabajadores los que activamente se encontraban de lleno en esas labores. Había otros dos que no estaban haciendo nada y que se paseaban con aire indiferente por algunas zonas elevadas dentro la bodega. Calibos adivinó los cuernos de chivo colgados del brazo derecho de cada uno de ellos. Sin dejar de trabajar, todos los hombres que ahí se encontraban los miraron pasar. Gilberto y Roberto no podían ocultar su nerviosismo. Calibos tampoco, aunque él trataba de disimularlo con su actitud arrogante de siempre. Pero su máscara no podía engañar al viejo, quien ya tenía callo con esta clase de muchachitos que se quieren beber el mar de un solo buche y que para el más que un heraldo eran un simple mandadero, el gato inmediato, le gustaba decir. Sonrió un poco mientras pensaba en eso. Los tres caminaban tratando de no tropezar con las tablas y cables que se encontraban regados por todo el piso y además de seguir el paso del anciano. Pasaron por un par de áreas más en las que se trabajaba con igual ahínco hasta que llegaron a un apartado que estaba al final de la bodega. Había una puerta por la cual se podía salir a la calle opuesta a donde entraron y allí se encontraba el auto. Un 300 zx del año 89, color tinto, muy bonito y lujoso. Por un momento, los tres jóvenes hicieron a un lado su nerviosismo para darle paso al asombro. Nunca habían estado así de cerca de un automóvil como este, aunque todos ellos habían soñado con uno.

- Aquí tienes. – dijo el viejo sacando el llavero y arrojándoselo a Calibos, quien reaccionó como si le hubieran aventado una papa caliente y le hubieran dicho ¡piensa rápido! – Tiene el tanque lleno. Recién lavadito, pulido y encerado. El domicilio y las indicaciones generales tu las tienes ¿verdad?
- Seh, todo en orden.
- Bien, entonces es todo. Mejor váyanse ya porque al Licenciado no le gusta que se tarden con estos mandados. Le gustan las cosas bien hechecitas.

Calibos y los suyos no replicaron. Subieron al automóvil. Esperaron a que el viejo abriera la puerta y salieron a la noche y a la lluvia que afuera los esperaban. El coche funcionaba como relojito pero el Calibos se quedó preocupado por encontrar su Ford Cougar donde lo había dejado estacionado.

- ¿Qué? ¿Cómo los viste, abuelo? – preguntó uno de los trabajadores al viejo mientras éste miraba partir a los muchachos.
- Igual que todos. Ya sabes. Esta vez los van a detener ahí por Lázaro Cárdenas. Si les va bien, los tendrán un mes en el bote. – dijo el viejo mientras cerraba la puerta y detrás de el la lluvia arreciaba. – Anda, dame un cigarro, mejor. A éstos no los volveremos a ver por acá.

La emboscada del Rayo


La tenue llovizna caía sin interrupción alguna sobre las solitarias calles zapopanas de Zoquipan. Hacía media hora que había pasado por última vez la camioneta de la policía municipal y no debía tardar en pasar de nuevo. A excepción de la patrulla no había pasado ningún otro vehículo. Rondaban las cuatro de la mañana y era la hora ideal para desarrollar el plan. Con suerte los dos polis andarían adormilados, era el final de su turno de 24 horas.

Desde la azotea de la esquina el Chamaco vigila ambos sentidos de la calle, dará el pitazo por radio cuando vea la patrulla acercarse.

El Partner atravesaría la vieja carcancha en la calle, la dejaría encendida, con las puertas abiertas y la música a todo volumen para después meterse en chinga en una de las casas con las luces apagadas para obligar a que los dos oficiales se detengan y bajen a revisar.

En las cajas de otras dos camionetas estacionadas estaban el Profe, Cristian, el Morro y el Compa. Ellos los emboscarían.

Todos ellos vestidos de negro y con máscaras del Rayo de Jalisco haciendo juego, claro está.

Si llegan a oprimir el botón de pánico los muy nenas se jode el asunto.

A las cuatro y cuarto el Chamaco desde la azotea mandó una señal de radio, la convenida para cuando viera acercarse a la patrulla. El Partner encendió el carro y lo atravesó en la calle. La nueva señal emitida por el vigía le indicó que estaba todo en tiempo. Encendió el estéreo y se bajó corriendo, se metió por una de las puertas y esperó. Todo esto mientras cada uno de los otros cuatro se metía en su respectivo escondite.

La patrulla cruzó por la esquina a mediana velocidad y todo parecía indicar que pasaría de largo pero las luces del carro atravesado y el ruido hicieron que se alcanzara a detener, poner reversa para entrar y acercarse. A unos metros los dos polis se bajaron de la patrulla. Todos los escondidos los escucharon reportar por radio su posición aunque no parecían haber pedido apoyo. Era ahora o nunca.

Cristian era el más rápido y silencioso de todos. Se acercó por atrás al conductor de la patrulla y le soltó un golpe en la nuca con una piedra de castilla que tenía en la mano. La llovizna y la música ahogaron el ruido sordo que produjo su cabeza ante el impacto. Casi simultáneamente el Compa se plantó frente al otro oficial bate en mano y le dió un golpe de culata bastante violento. Ninguno de los dos alcanzó a reaccionar.

Acto seguido el Partner salió de su escondite, subió de nuevo al carro y partió con rumbo desconocido a ocultarlo mientras el Profe y el Morro arrastraban al primer poli hacia un cercano poste de electricidad. Cristian y el Compa hacían lo propio con el segundo. Después de comprobar que ambos polis seguían vivos procedieron a desarmarlos y a desvestirlos. Ropa y equipo fueron a dar a una bolsa negra. Los esposaron juntos y de espaldas al poste para después pintarles con aerosol la palabra VIOLÍN en la panza a cada uno. Hicieron lo mismo en los cristales de la patrulla.

Finalizaron tomándoles unas fotos antes de desaparecer.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Carne de Cañón II - Subir peldaños


El Calibos era uno más de los muchos compañeros de prepa que trataban de sobresalir del montón. Parecía que simplemente se daba a notar como muchos en esa edad que piensan que las maledicencias acerca de uno son mil veces mejor que el silencio. Bien o mal, pero que hablen de mí. Sus protuberantes cejas y su fealdad en general fueron los que le dieron apodo. No le gustaba, pero desde hacía dos años, cuando entró a la escuela aprendió que en cuestión de apodos es mejor soportar estoicamente la carrilla para que pronto deje de afectar al estado de ánimo. Trató de combatir esa molestia ejerciendo un cordial sentido del humor y usándose a sí mismo como objeto de burla para amenizar el rato. Pensaba que eso le daba autoridad moral para burlarse de los demás también. Además se dio cuenta de que resultaba más conocido por su apodo que por su nombre. Eran en verdad pocos los que sabían que Martín Caballero era alguien en esa escuela o en cualquier lado. Con el santo homónimo desde luego que no lo confundían. Sin embargo casi todos habían oído hablar acerca del Calibos, aunque sea de rebote. Sin embargo no fue solamente el sentido del humor o la conveniencia lo que le permitió tolerarlo, sino también el desquite. Pronto, muchos aprendieron que si le iban a llamar Calibos, sería con respeto, o con miedo, que no es lo mismo pero es igual.

No faltaba a ninguna fiesta, si no había sido invitado buscaba el modo de colarse y actuaba como si fuera Peter Sellers en La Fiesta Inolvidable, llegaba primero y se retiraba siempre al final, buscaba convivir con los anfitriones y saludar a todos los asistentes. Hasta ayudaba a limpiar el desorden que quedaba siempre al final. En la escuela, siempre estaba recorriendo los patios saludando aquí y allá, asomándose a las aulas y adulando a los profesores cuando los interrumpía para sacar de clase a algún compañero. Creo que yo no era el único que tenía dudas y una que otra certeza sobre la calidad como estudiante del susodicho. Después de todo ¿Qué no se viene a la escuela a clases? Si él se la pasa en los pasillos, en las canchas o celebrando conciliábulos en la cafetería de la escuela con su séquito de allegados, entonces ¿a qué horas estudiaba? En tercer semestre me tocó coincidir con él, por así decirlo. Al parecer la ciencia química no era su fuerte y su encanto no fue suficiente para granjear el favor del profesor en turno, de modo que tuvo que repetir esa materia en mi grupo. Por lo menos administrativamente, así se supone que debieron de haber sido las cosas pues no recuerdo haberlo visto en clases. Una maestra alguna vez nos dijo que él iba a llegar a ser alguien, simplemente porque a ella le gustó el detalle de que fue el único que no se negó a barrer la escuela cuando se lo solicitaron en la materia de Desarrollo de la comunidad. Supongo que tenía razón, eso habla bien de cualquiera, más no comprendo el porqué esa simple disposición lo convertía ante los ojos de algunos maestros en un buen estudiante. “A mí, mi mamá me enseñó a ser bien hombre, pero también me enseñó a no ser un bueno para nada”, argumentaba defensivamente cuando sus compinches le hacían burla por ponerse a barrer.

Todos conocían al Calibos. Por lo menos de vista.

Por eso no fue extraño encontrar su nombre en medio de la parafernalia proselitista que se suscitó para las elecciones para presidente del comité estudiantil de la Vocacional. Desde luego que su popularidad ayudaba a su causa, por no hablar del sinfín de relaciones que había sembrado en esos meses de bachillerato y que se disponía a cosechar muy próximamente. Eran los tiempos en los que la Voca se encontraba en la esquina de Boulevard García Barragán y la Olímpica. Eran los últimos meses de la década gris de los 80s.

El día de las elecciones tuvo un extenso preámbulo de festejos públicos amenizados con Eclipse Show, que era la banda versátil que rifaba entre la comunidad estudiantil en esos años. Por lo menos una vez a la semana durante un mes encontrábamos la prepa cubierta con lonas y ambiente festivo. Repartición de panfletos, volantes, botones, refrescos (producto de los bajes), botanas y condones. También festejos privados, amenizados también con gran banda musical, las edecanes de la misma incluidas y repartición de más cervezas, vinos y refrescos (también producto de los bajes), más botanas, más tabacos, más mota y más condones, aunque con menos invitados, desde luego.

A estos festejos podemos añadirle una que otra golpiza propinada a no pocos simpatizantes de la contra que hayan tenido el atrevimiento de cruzarse en el camino. Esto es fácilmente constatable pues todo el turno matutino pudimos ser testigos de cuando sacaron en estado lamentable al pobre fulano que cayó en garras de la planilla en los baños del módulo C. La maquinaria electoral de la Planilla Naranja (del Calibos) se encargó de difundir el rumor de que dicho sujeto había ingresado al plantel, pistola en mano, con el fin de provocar el desorden y quién sabe qué otras negras intenciones. La vieja estrategia, ellos los malos, nosotros los buenos. Sombreros blancos contra sombreros negros. La versión oficial, sin embargo, fue que el sujeto actuó solo, por la libre, aunque de su nombre ni nos enteramos.

Ninguno de los grupos que conformaban el plantel quedó exento de la visita de rigor de la planilla completa. Tras pedir permiso al profesor en turno (¿podía negarse?) el Calibos y compañía procedían a largarnos sin piedad alguna su plan de trabajo en el que se dejaban escuchar frases como libre asociación, derechos estudiantiles y demás demagogia con la misma energía que cualquier lidercito sindical utiliza para derramar su verborrea. Tal y como si las autoridades universitarias fueran un tirano a vencer y los estudiantes las pobre víctimas del sistema y el, por supuesto, el salvador de las masas cuyo hipotético triunfo garantizaría mejores condiciones (¿estudiábamos en malas condiciones?) para los pobres estudiantes. Hoy después de todos estos años me pregunto si tal teatro era en verdad necesario. El voto de la gran mayoría de los estudiantes estaba decidido más por simpatía o cohecho que por pleno convencimiento ideológico de los mismos. De modo que en realidad bastaba con caerles bien a los votantes, ser su amigo, o por lo menos amigo de sus amigos y en el último de los casos, conocido. Cualquiera que de algún modo se haya relacionado en algún momento con el Calibos podía jactarse de ello. Luego el discurso político no importaba con el estudiantado. Sin embargo había que llevarlo a cabo pues no había que olvidar que ese mismo discurso político sí importaba arriba, donde los enjuagues adecuados lo habían puesto en ese sitio.

El día de la elección llegó y la visible mayoría de los estudiantes estábamos presentes en la escuela para votar. Por lo menos ese era el pretexto pues el mismo ambiente festivo que había imperado todo el mes estuvo presente aunque en una magnitud mucho más elevada que en cualquiera de los días previos. La gente de la Facultad de Ingeniería, las Áreas Industriales, Administrativas y la Facultad de Ciencias Químicas se dejaba venir a la prepa cada vez que olfateaban tertulia, de modo que ahí estaban engrosando la masa asistente. Y ahí estaba el Calibos derramando estilo y jugando a ser tapete de entrada con todos los asistentes. Combinando una actitud servil y a la vez prepotente en una mezcla que para muchos podría parecer extraña pero que en realidad es el uniforme oficial de trabajo para cualquier ente que detente un poco de poder que se respete. Pase por aquí mi amigo, mire que yo no le fallo compadre, cuento con usted hermano. Hoy en día en no pocas ocasiones agradezco a la vida el pasar desapercibido en la mayoría de eventos de tal clase. Para mí y mis amigos era más importante hacer acto de presencia, que vean que fuimos y después darnos a la fuga a jugar básquet, a desayunar, a las maquinitas o alguna pequeña escapada con la novia en turno a donde el mundo no estorbara. Ya nos enteraríamos después acerca de quien ganó la elección. Qué más da. A muchos, tan dudosa conciencia electoral los acompañaría toda la vida.

Desde luego, el Calibos era el seguro ganador. Eso desde antes era bien sabido. Muchos no lo sabían, por lo menos no en teoría, pero el era lo que se dice, un oficialista, es decir, el era el candidato oficial, el que había sido ungido por el dedo del big brother para suceder en ese pequeño coto de poder.

Creo que la única diferencia palpable que los estudiantes notamos el día en que el Calibos comenzó a ejercer su gestión fue en el clima, y esto desde luego, no tenía absolutamente nada que ver con el tipo en cuestión. Todo seguía igual que antes y las tiránicas y déspotas autoridades escolares seguían despachando donde mismo y en la oficina donde estaba instalado el comité, el número de personas simplemente se había incrementado pues a los que ya existían solamente se habían sumado los porros personales del Calibos.

Sin embargo, creo que mentiría en realidad si sostengo esta afirmación de que no hubo cambios. La verdad es que sí los hubo pues el mismo Calibos dejó de ser el personaje amistoso, como Gasparín, que hasta antes de la elección había sido para dar paso a su recién descubierta y estrenada personalidad prepotente que viene con cada cargo de autoridad. Aunque de esto solo se dieron cuenta los que ingenuamente habían esperado una sincera amistad por parte de él. Además dejó de llegar caminando a la escuela para comenzar a hacerlo en una motoneta de lujo cuando había pasado tan solo un mes de iniciado su período de gestión. A los seis meses la motoneta visiblemente deteriorada se convirtió en un Ford Cougar del 88.

Pienso que aquellos estudiantes con un poco de seso en el cráneo se dedicaron todo ese mes a estudiar y prepararse para sus exámenes en lugar de participar de tal teatro.

Las ganancias del negocio político están calculadas en base al volumen, a la masa. La diferencia radica en el entorno y la realidad es que en el entorno preparatoriano dicho volumen, sin importar si estudia o no, si se cuadra o no, es el que hace que el sistema funcione, el que hace que el dinero circule. Hace algunos años yo llegué a preguntarme en qué podía consistir la ganancia del Calibos, se supone que el ser presidente de una escuela preparatoria es un cargo honorario, es decir, no se cobra por ejercerlo. Luego entonces ¿por qué gastarse en lograr hacerse con ese cargo? Después de todo se invirtió dinero en organizar las pachangas, se jugó el físico con la contra aunque de esto poco se sabe y por si fuera poco, tuvo que pasar por encima de no pocos cristianos para conseguirlo. Perder la vergüenza y los escrúpulos. ¿Qué lo vale? Tal vez la enorme cantidad de estudiantes que todos los días consumen alimentos en los puestos de comida a los que el Calibos les cobraba cuota de protección o de uso de espacio; o tal vez la aún más enorme cantidad de aspirantes que semestre tras semestre intentaban ingresar a la escuela y que estaban dispuestos a pagar por un lugar. O quizás el poder mover a una gran cantidad de estudiantes (que dicho sea de paso, se sienten muy radicales y revolucionarios pero que no son más que vil carne de cañón) arengados hacia un mitin para pedir más presupuesto para la Universidad o pedir la destitución de algún maestro. En fin, estas y muchas otras razones tal vez alcancen para que cualquiera quiera ser presidente de una prepa. Cualquiera podría desear serlo pero no cualquiera es elegible para ser candidato. Es necesario demostrar que ese cualquiera reportará ganancias a sus patrocinadores que buscan continuar controlando desde un poco más arriba el puesto que dejan y desde luego que no delegarán dicha tarea en cualquier pelagatos. Se debe ser inteligente o en su defecto, mañoso, se debe de tener carisma indudablemente y ser totalmente cuadrado con la mano que le da de comer, tener la habilidad de no cometer pendejadas ni en público ni en privado y en tal caso contar con alguien que pague los platos rotos, decir que uno no había sido o en el peor de los casos, que ahí no había estado. Matemáticas políticas básicas: la mitad de lo ganado va pa’rriba, la mitad de la mitad va pa’bajo, el resto es de uno. A esto súmele falta de respeto por el prójimo y de paso también por uno mismo y una abundante cantidad de hipocresía. Adjetivos más, adjetivos menos, el Calibos cumplía con el perfil.

La carrera política, aún al pinchurriento nivel preparatoriano, es de resistencia y no de velocidad y hay que emplearse a fondo en ella, después de todo, no deja de ser un peldaño. El primero, quizás, pero peldaño al fin y había que pasar por el para llegar al siguiente en donde hay mayores ganancias, mayor proyección, más poder aunque haya que dejar bastantes pedazos de alma en el camino. Martín Caballero, alias el Calibos había subido ese peldaño y estaba dispuesto a llegar hasta el final de la escalera. Aunque a veces esos peldaños viniéramos en forma de individuos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"Soy un ratón"


El Comandante Mendoza recuerda todos los programas de Law & Order, CSI y Bones, con sus respectivos métodos de investigación policial, que había estado mirando religiosamente los últimos años. En comparación pensó también en Belascoarán Shayne y su idea de que las huellas dactilares le suenan a producto para el cabello. Eso se acerca un poco más a su línea de pensamiento y acción. Terminó recordando el chiste en donde las corporaciones policiales de distintos países compiten para ver cual es la más rápida en encontrar un ratón en la selva amazónica y los polis mexicanos llegan con un elefante.

Exacto.

Se rió de sí mismo. No pudo menos que hacer eso.

Ante sí tiene un Honda color rojo sangre pichón lleno de pinchemil agujeros de diferentes calibres y la sangre de los dos pobres cabrones que iban en él. Pedazos de piel, cabello y hueso. Algo del vómito de un transeúnte que se había acercado a curiosear y que por mirón el estómago le cobró la factura.

Su escena del crimen. Por un momento esperó ver las tiras de cinta amarilla que la delimitan... se rió de nuevo.

Se puso a pensar en sus posibles líneas de investigación:

"¿Testigos? Nomás como cien güeyes entre automovilistas, peatones y ciclistas que estaban cerca del auto cuando lo carraquearon y que pa' pronto se largaron de allí dándole mayor solidez al mexicanísimo "nadie supo, nadie vió".

¿Huellas? No mames.

¿ADN? Le tengo miedo a esa madre desde que me pidieron una prueba de paternidad.

¿Cámaras de seguridad? Es mamada ¿verdad?

¿Registros de llamadas en los celulares de las víctimas? No, seguramente los del Servicio Médico Forense se chingaron la lana, joyas y demás valores de los occisos.
"

La raza se ha de reir de lo lindo cada vez que escucha la frase "línea de investigación". Las únicas líneas son las que cortan con la credencial del IFE.

Por radio le avisan que acaban de agarrar a dos pelados que habían robado una refaccionaria cercana. Ya está.

Ahí estaban sus elefantes.

Se iba a descolgar al lugar, no sin antes darle un repaso a su línea de investigación, dispuesto a aplicar su método detectivesco pensando que los cuicos de las series gringas son unos pendejos a los que únicamente les envidia lo buenas que están las mujeres policía en la tele gabacha.

En un par de horas enseñaría sus ratones.

Carne de Cañón I - Qué más da



Psicodélica alborada
con amantes entrenadas
preguntándome en silencio
¿en qué ciudad estaré?

- Babasónicos - Camarín

Ese viernes por la mañana parecía el marco ideal para un día perfecto. Había dormido a pierna suelta y bien acompañado. No podía recordar el nombre de la jovenzuela perfumada de la que se había hecho seguir a esa habitación mercenaria. Qué más da. Lo importante era que continuaba allí y él pensaba volver a hacer uso de sus servicios, si es que lograba despertarla..., aunque pensándolo bien, qué más da. La chica se encontraba profundamente dormida, víctima del exceso de alcohol, del exceso de crack y el desenfreno sexual de la noche anterior. Él sin embargo estaba despierto, con sus sentidos alerta y con muchas ganas de seguir celebrando. Tal era su estado de euforia. No sabía qué hora era. Se alarmó. No podía haberse quedado dormido, no hoy. Se apresuró a mirar su reloj y comprobó con alivio que aún era temprano, las 10 de la mañana. Bastante temprano considerando las altas horas a las que había llevado su festejo particular. Ni siquiera se molestó en despertar a su nocturna acompañante. Después de un nuevo y aburrido jugueteo (la próxima vez sí la voy a despertar), cubrió con las sábanas la desnudez de la muchacha para que su vista no lo distrajera y le impidiera comenzar siquiera éste, su gran día. Caminó descalzo hasta el baño, despacio, aún podía darse el lujo de la parsimonia. Abrió la llave del agua fría del lavabo de mármol blanco del espacioso baño. Todo el baño era de mármol. Casi el triple del tamaño que tiene su cuarto de baño allá en casa. "A veces" – pensó – "los cuartos de motel cuentan con lujos de verdad inútiles". – Llenó de agua fría las cuencas de sus manos y se las llevó a la cara, rasposa a causa de la barba sin rasurar de ese día y por tercera vez en lo que iba de su recién estrenada mañana pensó, qué más da. El Licenciado Calibos comenzó a dar por terminado oficialmente el festejo y comenzó a pensar en la importante cita que tendría ese viernes al mediodía. Fue apenas ayer jueves cuando por teléfono le avisaron que el Licenciado lo quería ver urgentemente. Mañana, (es decir, hoy, viernes) Rancho La Camelia, rumbo a Colotlán, a las dos en punto de la tarde. La hora de la comida. El Licenciado se quiere reunir con usted. "Casi nada" – pensó en tono triunfalista – "Nomás la crema y nata del Consejo General". A pesar de medir menos de 1.65, el Calibos alcanzaba perfectamente a darse palmaditas en su propia espalda. Iba desnudo aún cuando se asomó a la cochera de la suite para verificar que su guarura personal estuviera despierto. El pobre tipo estaba a la mitad de un monumental bostezo en el asiento delantero del flamante Ford Cougar rojo sangre pichón (le gustaba decir eso) cuando el Calibos le hizo una señal para que se acercara a donde estaba él. Encargó un opíparo desayuno y se volvió a meter a la habitación. La chica seguía dormida, qué más da. De hecho comenzó a pensar que era mejor así. Pasaría después a casa a ponerse un buen traje, no, mejor iría a comprarse uno nuevo. Se iba a presentar por fin ante el Licenciado, la ocasión lo ameritaba. Independientemente de las buenas referencias que le hayan dado al Licenciado acerca de él, no cabía duda de que la primera impresión es la que cuenta. Es un axioma irrefutable de toda relación laboral. Reflexionaba en el luminoso porvenir que le esperaba a partir de ese día mientras se afeitaba. Por estar sonriéndole a su propia imagen en el espejo, estuvo a punto de cortarse la mejilla el muy tarugo. Pareciera que al margen de la habilidad política que cualquier lidercillo estudiantil pudiera tener, el cometer estupideces formaba parte del currículum. Volvió a mojarse la cara con agua fría, aunque tal acción atenta contra un buen afeitado, para despejarse un poco la mente. No podía permitir que el exceso de euforia lo hiciera cometer alguna tontería más grave que la de cortarse al rasurarse. Sacudió la cabeza con energía y se dio a sí mismo unas bofetadas al más puro estilo aqua velva y se metió a bañar. La ducha fría lo dejó como nuevo. Después de comerse con sibaritismo la mitad del desayuno que le habían llevado a la habitación gracias a la gestión de su custodio, salió de allí a paso veloz y oliendo a jabón chiquito, con rumbo a adquirir un traje nuevo para su reunión con el Licenciado. El buen Calibos había olvidado a su fugaz compañera, dormida y además desnuda sobre la cama, por si fuera poco, dejó la puerta abierta. Después de todo, qué más da.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ahora soy yo



Alguien se roba la luz,
alguien se roba tu perro.
Alguien se roba también
eso que estás escribiendo.
Alguien se roba tu nombre,
tu paz y tu tiempo.

- La Barranca - Día negro

El Licenciado Morales (¿o era Moreno?) había sido todo amabilidad en el teléfono, del trato meloso y zalamero que tanto detesto y que enciende de inmediato una luz de alarma en mi cerebro. Muy amable y cuidadoso en explicar los pormenores y detalles de la firma del contrato. Por eso tuve todo el cuidado de leerlo completo y con calma cuando el desgraciado me lo puso enfrente el día que nos reunimos en el café. Lo firmé rezando por no estar cometiendo un error y fue ahí cuando el Licenciado sacó el cobre, justo después de tapar parsimoniosamente su pluma fuente y recoger pudorosamente los papeles dentro de una carpeta. Habló de unos ajustes en las facturas en la parte de las deducciones. Terminaría por tener que devolverle más de dos mil pesos después de su dichoso ajuste. - ¿Porqué no me dijo eso antes de que firmara el contrato? - Pregunté tratando de no sonar agresivo. - ¿Habría firmado? - Fue su respuesta acompañada de una sonrisa cínica mientras se levantaba y me dejaba solo rumiando mi cabreo y además con la cuenta del café. Ahora soy yo quien hace gala de parsimonia sacando un cigarro de mi cajetilla, llevándolo a mi boca y encendiéndolo mientras me alejo lentamente del auto con todo y ruido de alarma en tanto que los caros asientos de piel son manchados por la sangre que emana de la sien del Licenciado Moreno (¿o era Morales?) mientras el ladrillo descansa rodeado de fragmentos de vidrio en su regazo.

jueves, 12 de agosto de 2010

"No se crean, ya la cagamos"

"Todo hombre es como la Luna:
tiene una cara oscura
que a nadie enseña."
-Mark Twain

No recuerdo con exactitud la fecha, ni siquiera el año, me gustaría hacerlo (¿primera mitad de los 90s?), pero recuerdo el evento y el lugar. Fue el legendario ROXY de Mezquitán 80 acá en Guadalajara. Había ido a ver un toquín de mi amigo Héctor Buenrostro con su banda LID. Mis saludos. Ese día se presentaron más bandas y en honor a la verdad la entrada no fue muy buena aunque podemos decir que fue aceptable, además era el Roxy. Palabras mayores.

Una de las bandas que se presentaron era PLASTA, que tenía a su vocalista Ilhuicamina (si sus papás pensaban en Moctezuma Ilhuicamina, quinto Huey Tlatoani, al nombrarlo entonces supongo que está bien escrito), en aquel entonces era una de las bandas subterráneas más prometedoras en Guanatos y esa noche fueron protagonistas de un acto que no creo olvidar nunca.

Les fue mal en su presentación, la raza pasó sentada su interpretación, estábamos aburridos. Los chavos de Plasta no lograban prender y ellos mismos se notaban desangelados. En una de sus canciones cometieron un error (yo no me había dado cuenta) y se detuvieron. Ilhui dijo: "Perdonen, fue una falla técnica", después hizo una pequeña pausa y añadió: "No se crean, ya la cagamos".

Fue la última vez que tuve una noticia de Plasta.

También fue la última vez que recuerdo haber visto a alguien aceptar un error en público.

La vida me ha dado la oportunidad de trabajar como consultor o asesor en mi calidad de profesional de la informática con gente que está inmiscuida en la política (espero que eso no signifique que yo también lo estoy, tengo una imagen que cuidar y muchos amigos que me gustaría conservar) y debo decir que se trata de un mundo fascinante e interesante, que no bonito, por lo menos para mi.

Me llama la atención que ninguna de esas personas se equivoca, ninguno comete errores. Ninguno la caga.

Me ha tocado estar en el equipo técnico que ayuda a estas personas a preparar informes y comparecencias y me consta que uno de los objetivos principales es no evidenciar un error, un trabajo mal hecho... mucho menos una transa.

Todos los días en la radio, en los periódicos, en internet y en la tv sigo los interminables escándalos en los que esa gente se mete, he escuchado las entrevistas que les hacen y los ataques de los que son objeto cuando alguien los llama a cuentas o les señala lo que esta mal y he sido testigo de la caradura y el cinismo del que hacen gala para escurrir el bulto, sacarle la vuelta a esas cosas con increíbles excusas, demagogia y una enorme sonrisa de oreja a oreja que les permita seguir luciendo bien en las fotos. Solamente les hace falta decir "me los estoy haciendo güeyes... ¿y qué?"

Cada semana hay fútbol en todos lados, alimento vulgar de la mediocridad mexicana (me castra pero ¡ah, cómo me merece comentarios!), cada jornada no falta el equipo que defrauda a sus aficionados y siempre, al final de cada partido entrevistan a uno o dos jugadores y a veces al técnico también. Usted diga si no: "jugamos bien pero no se nos dio el gol", "aunque perdimos hicimos un buen planteamiento", "fue mala suerte", "fue el árbitro", "fue la cancha", "fue injusto"...

Daría muchas cosas por escuchar algo parecido a: "No se crean, la cagamos"

¡Sería genial!

No me diga que no le gustaría...

Estamos rodeados de gente mentirosa que es capaz de vender a su madre antes de aceptar un error.

De matar antes de aceptar un error.

Aceptar una equivocación convierte a quien lo hace innegablemente en alguien responsable de dicho acto, y estas personas no se quieren hacer responsables ¿se da usted cuenta? son unos IRRESPONSABLES.

¿Usted y yo de qué seremos capaces? Digo, no todos somos políticos, ni deportistas ni figuras públicas pero estoy seguro de que también hacemos un mayor o menor esfuerzo por mantener alguna fachada o máscara. Yo no puedo decir que yo no sea así. Como todo mundo tengo un montón de defectos pero no voy a hablar de ellos aquí. Al igual que a usted, a mi quien me juzga es mi gente, mis alumnos, mis jefes, mis clientes pero ¿a estos sinvergüenzas quién? ¿quién?

Gente que nadie sabe que existe y que todo lo ve desde arriba pero ¿a nosotros qué?

Nosotros queremos ver sangre, je, la de ellos, claro está.

Pero creo que queremos más que hagan su chamba y que se responsabilicen de ella.

Yo no sé si fue por esa actuación en particular o porque ya venían arrastrando algún problema pero no volví a saber nada más de PLASTA. Siempre los recordaré como alguien que en público dijo:

"LA CAGAMOS"

Me gustaría recordar la fecha.

lunes, 2 de agosto de 2010

¿Siguen existiendo buzones?

Es, por lo general, de un modo sutil que hago indirectas y llamados de atención sobre la falta de reciprocidad a la hora de tratar de mantener comunicación con mis corresponsales. Creo que ya estuvo bien de sutilezas...

Qué poca madre.

Desde que era niño adopté el hábito de enviar cartas como una forma entrañable y cercana de comunicación; y por cercana me refiero no precisamente a cuestiones de distancia geográfica ya que esta forma de contacto nació precisamente para cubrir grandes distancias. Digo que era cercana porque era algo muy personal, abrir el sobre y coger el papel, doblado, arrugado o lisito, qué importa; saber que el ser querido había tenido ese papel en sus manos antes que yo era algo sabroso, no importaba si venían escritas con una excelente caligrafía, tinta, lápiz o crayola, algún borrón, quizás alguna lágrima o un exquisito perfume. No sé si siga existiendo gente que se siga comunicando así. Yo recuerdo haber tenido que escribir la carta, ir a la papelería a comprar timbres postales, elegir sobre color blanco o aéreo, conocer las reglas de escritura en sobre, remitente y destinatario. Caminar algunas cuadras para depositar el sobre en un buzón (¿siguen existiendo buzones?) con todas mis bendiciones para que llegara a su destino. Podían pasar días, semanas o meses para obtener una respuesta. Una partida de ajedrez a distancia podía llevarse muchísimo tiempo. Pero de algún modo tenía la certeza de que iba a haber una respuesta, tarde quizás; y sufría imaginando las peripecias de la correspondencia de ida o de vuelta. Pero eso no importaba tanto como el resultado final.

Era un arte.

Hoy la cosa no es tan artesanal y aunque no tiene la misma mística de la correspondencia tradicional uno puede, si se esfuerza, darle un toque personal a sus cartas, digitales y todo. Me considero alguien capaz de hacer de una relación personal algo cálido a través de internet.

Recuerdo la primera vez que impartí un curso de internet en el que tenía que explicarle a los bisoños usuarios de un tal proveedor del servicio lo que es el email. Cuando oprimíamos el botón send y yo les decía "la carta ya se fue" con un ademán de misterio a la espera de la consabida pregunta "¿cuándo llegará?" y las caras de asombro cuando yo decía triunfal "ya llegó".

Pensé y sigo pensando en el internet como una herramienta de comunicación chingonsísima. El hecho de contar actualmente con tantas herramientas para comunicarse con alguien: el mencionado email, las mil redes sociales, los miles de chats, el twitter, el celular, la conectividad entre la telefonía y el internet, los mensajes de texto me tiene convencido de que quien no se comunica es porque no quiere.

Mi mujer alguna vez me dijo que las amistades se deben de cultivar y me convenció. Sigo convencido, hasta llevé en algún momento un método para periódicamente tratar de comunicarme con todos ellos, sin que se me fuera a olvidar ninguno y aunque sea de vez en cuando escribirles y decirles "solamente para saludarte y saber que estas bien, te deseo lo mejor" pero honestamente me comencé a hartar de escribir como tarugo y obtener nulas respuestas. Creí ingenuamente que iba a lograr sembrar en una buena parte de ellos la necesidad de adoptar aunque sea de vez en cuando, el papel de remitentes.

Qué poca madre.

Sí, me molesta y me molesta mucho, me parece más que un simple capricho el pretender que alguien tenga la decencia de contestar un comunicado aunque sea para mandarme al carajo, lo preferiría a la ausencia total de respuesta. Esperar a que alguien tenga la iniciativa de comunicarse sin que yo lo haya hecho antes es demasiado iluso. Vaya, nadie tiene porque querer comunicarse conmigo a la fuerza, pero responder a un comunicado debería de ser educación básica ¿no? Tal vez sea un capricho ¿pero porque no sería respetable?

No todos mis contactos son así. Con muchos de ellos convivo más allá del internet, en el mundo real. Pero eso es otra cosa, con ellos no necesito artilugios modernos para comunicarme. Las personas a las que ya no veo en la chamba, en la escuela, con las que no convivo cotidianamente y me veo obligada a estar pendiente de la computadora o del celular para saber de ellos. Son muchos y la verdad me cansé de gastar tiempo y dinero tratando de estar en contacto. Algunos pocos por lo menos contestan los emails, aunque después olvidan redactar alguno que no sea una respuesta a una comunicación previa. Para que cuando alguna vez nos encontremos me digan con desfachatez "¡qué milagro!". Insisto, me cansé y el resultado es el natural alejamiento que he tenido con algunas personas, tal vez alguna vez los vuelva a echar de menos y sea mi responsabilidad una vez más retomar el contacto. Pero a muchos no.

Qué poca madre.

Qué poca madre tienen.


Me siento obligado a mencionar que hay personas contadas con los dedos de una mano a las que no les queda este reproche, honrosas excepciones a quienes prometo consentir más con la frecuencia de mis comunicados, ellas saben quienes son. Gracias mil!

REFERENCIA: Relato en el que trato el tema - > EL VERDADERO EMAIL

jueves, 15 de julio de 2010

Manual Ultra Rápido para Saber qué Diantres Hacer Cuando de Repente se tienen un Par de Horas Libres (gracias a un impuntual)

Es en ocasiones como ésta en las que me doy cuenta de lo hecha que tengo mi rutina.

Rutina.

Me molesta esa palabra, lo suficiente para disfrazarla con un eufemismo: ¿costumbre? ¿hábito? Los matrimonios le temen y a mi me da en cara porque pone en evidencia el sedentarismo del que trato de huir escribiendo.

¿Escribir no es una actividad sedentaria?

En fin, no se trata de hacer una reivindicación de mis propósitos de año nuevo sino de tratar de echar para afuera el sentimiento de culpa que me da el haber avisado a la oficina mi inasistencia de hoy por la tarde. No les dije, desde luego, que iba a emplear el tiempo en darle cauce a un proyecto personal, que iba a ir a un café a hacer una entrevista de las que realizo para confeccionar un libro. Imagínese.

Disfruto de los cafés, la vista, el ambiente, por supuesto la bebida; pero lo que más me gusta de ir a un café es charlar con la(s) personas(s) que para tal fin se supone que me acompañan.

Verme de repente solo en la mesa a causa de una cancelación, con todo el tiempo que había reservado ex profeso, desata en mi la ansiedad del "¿qué chingados hago ahora?", "¿a dónde chingados voy?", "¿a quién chingados le llamo?"

Mi directorio telefónico está lleno de contactos que también tienen sus ocupaciones.

En realidad el tiempo del que dispongo no es suficiente como para ir y realizar otra actividad que no sea aquélla para la cual reservé dicho tiempo (ni siquiera la actividad a la que le tuve que escurrir el bulto en primer lugar).

No tengo conmigo un libro ésta vez pero traigo el periódico del día. Tomar nota: No olvides tus libros.

Traigo mi cuaderno, de suerte que pude escribir esto en algo más que servilletas.

Como dije lineas arriba, hay buen ambiente (La Cafetería, Robles Gil y Libertad), buena música, buena vista (¡si señor!), buen café... tan sólo no hay compañía.

Creo que me tengo que despojar de la preocupación y la culpa que me vienen cuando de repente me encuentro con un par de horas libres y disfrutar el rato...

...aunque sea yo solo.

martes, 13 de julio de 2010

La piedrita en el engrane II


¡Cuanta gallardía, chingá!

Hay veces en que la solución a un problema suena tan simple que no nos explicamos cómo es que apareció dicho problema en primer lugar.

Hace unos días anunció el Secretario de Vialidad y Transporte de Jalisco, Diego Monraz la colocación de cámaras de video en las afueras y en el interior del recinto donde se aloja dicha secretaría con el fin de combatir la corrupción. Todos estos temas tienen muchos detalles con los cuales se puede formar una discusión y una polémica.

El simple hecho de hacer lo anterior me dice que el Sr Secretario acepta que en la secretaría a su cargo existe la corrupción (¿habrá colocado camarita también en su oficina?).

Sin embargo, una vez más se le da a la corrupción el trato de ente fantástico y terrible, enemigo de la decente sociedad jalisciense. Olvidan quizás decir que la corrupción es un aparato tan asentado y organizado que no basta con las ingenuas buenas intenciones de campaña mediática para erradicarla con una medida como la de las camaritas.

Pongámonos por un momento a hablar de uno de los dos lados de la corrupción que casi nadie toca y si lo hace, es de un modo moralista y mojigato.

Hablando de Vialidad y Transporte ¿quién es el corruptor? Resulta que el corruptor es usted y soy yo, el ciudadano común y corriente al que le gusta jugar el papel de víctima pero que sin lugar a dudas es el insumo principal de este aparato.

Todos hemos tenido prisa, todos hemos tenido un mal día y lo reflejamos al conducir, todos cometemos torpezas, todos nos sentimos ases del volante, a todos se nos hace fácil dar una vuelta prohibida, pasar un alto o hacer caso omiso de algún señalamiento. Y casi ninguno tiene a la mano la Ley de Tránsito y Vialidad de Jalisco o sus documentos en regla.

Imagínese el festín para un agente (vulgo, támaro) que simplemente se pasea en moto como tiburón en medio de un cardumen. Seguramente los peces también piensan que el tiburón es malvado.

El támaro no hace más que explotar nuestra ignorancia de las leyes, nuestra güeva de ir a tramitar nuestros papeles, nuestra negativa a salir de nuestra comodidad yendo a perder una mañana en la secretaría y sobre todo, nuestro miedo a la llamada de atención, a que a nuestro vehículo se lo lleven al corralón o nos quiten nuestros papeles. En resumen, explota nuestra necedad de no hacernos responsables de nuestro vehículo ni de nuestra forma de conducirlo.

¿Usted cree que el inofensivo támaro se va a ir a tomar un refresco y a comer una torta ahogada con los 100 pesos que le de por perdonarle pasarse una luz roja del semáforo? ¿De verdad cree que ese dinero es para él?

¿Cuánto dinero cree usted que recauden, digamos en medio día? ¿le gustan $2,500? ¡Todo mundo querría ser támaro!

¿o no?

¿Usted quisiera ser támaro si le dijeran que esos dos mil quinientos pesos se los tuviera que dar completitos a su comandante? ¡claro! Porque si no, se baja usted de la moto y se va a tragar smog al crucero más jodido que encuentre para usted el susodicho comandante, o lo sientan en una bici para que queme esa panza de mariachi que se carga. No, mejor seguir subido en la moto pescando incautos, es más fácil, aunque todos los días encuentre la moto con un par de litros menos de gas que cuando la entregó el día anterior y le tenga que llenar el tanque de su bolsa (habrá que esforzarse y sobrepasar un poco la "cuota" pa' que salga pa' la gas) ¿No le habían puesto bujías nuevas a su moto? ¿si? ¿y dónde están? Si mete usted su moto al taller corre el riesgo de tenerla detenida toda la semana y con eso no poder cubrir la cuota. No, mejor meterla a un taller particular aunque deba pagar una vez más de su propio dinero (¿dije "propio dinero"? jeje). Quizás al final del día quede algo de plata para cenar algo.

¿Se imagina usted porqué a veces los támaros parecen tan implacables?

¿Usted cree que alguno de verdad tenga deseos de no morder?

Póngase ahora por un momento en los zapatos del comandante... vaya, los números que estoy mencionando son al tanteo pero la ecuación es sencilla: La mitad pa'rriba. La cuarta pa'bajo. ¿quién sigue después del comandante? ¿y después? Coja usted altura.

Pobrecitos ¿verdad?

Como el tiburón, no son malos, hacen lo necesario para vivir en su medio.

¿Qué pasaría con los tiburones si se les acabaran los bancos de peces para comer?

Haga un experimento. La próxima vez que se pase un alto, o lo pillen con exceso de velocidad amárrese un güevo y no le dé ni madres de dinero al támaro. Lo único que pasará es que deberá sufrir la sanción correspondiente.

Solo imagine un día (uno), sólo 1 (uno), en el que ningún támaro obtenga nada de los ciudadanos. Piense por un momento lo que le ocurriría al Aparato Completo.

Sólo un día, carajo.

Si usted estudiara un poco el reglamento de tránsito bien podría defenderse con éxito ante cualquier intento de abuso... Si usted se tomara unas horas podría ir a pagar su refrendo al inicio de cada año, su verificación ¿porque no? a todos nos gusta traer afinadito el carro. Saque como es debido su licencia y refréndela cada vez que expire. Si toma no maneje. Cuide su forma de conducir. Hágase responsable de las tarugadas que haga al volante.

Suena fácil, mas no cómodo.

¿No quiere hacerlo? Nos haría un favor a todos dejando de conducir, la verdad.

No sea güevón(a), no sea tont@, deje de ser un buen negocio para estas ratas y entonces podrá exigir.

domingo, 4 de julio de 2010

El oficio vendrá y te agarrará de los tompiates...

Dado que no hay plazo que a su término no llegue,
aquí sentado frente al bloc de notas me tienes.
Tanta blancura impone; a intimidarme alcanza.
Trato darme valor y digo:
"vamos, no pierdas la esperanza".

- Menuda Coincidencia en Verso ¿sin esfuerzo?

No puedes evitar recordar a los personajes de Trino en La Chora Interminable: un escritor en mangas de camisa con un eterno cigarro en la mano que nunca escribe nada y una Musa chafa acompañándolo... vaya, te consta que las oleadas de inspiración de repente llegan y no te dejan en paz hasta que les das salida. De repente usas tiempo clandestino para aventajarle a la novela que espera pacientemente desde hace meses a que le añadas capítulos, párrafos. Dejas de escribir algunos códigos, algunos programas, chamba que todo mundo espera que hagas para ayer para sacarte de la manga un capítulo de 5 cuartillas para la mencionada novela. Excelente, pero de pronto el sentimiento de culpa asqueroso y detestable llega a fastidiarte el momento de éxito. Tomas por asalto tres cuartos de hora que se supone son para otra cosa y te metes a un café con una silla cómoda y un enchufe cercano para la laptop y se te van dos tercios del tiempo pensando qué demonios escribir que justifique la infracción. Tarde de lluvia, dispones de un par de horas a solas en tu estudio... tasa de café, pachita nalguera con un poco de licor, un par de rebanadas de pan tostado, y pinchemil gigas de música a tu disposición. Nada. Sabes que no tienes todo el día, toda la tarde... ni siquiera toda la noche o días próximos. Tu oficio regresará a agarrarte de los tompiates y no te los soltará hasta que termines los reportes para el sistema de información de los programas de inversión escolar, o que le avances algo al sistema de información hospitalaria que tiene meses de retraso y que te está robando mucho de tu tiempo, la chamba por fuera ocupará tus tardes y tus noches; hasta tiempo del que oficialemente no dispones. Carajo. Darías mucho para que eso se acabe y puedas usar ese tiempo para escribir otras cosas. Paciencia, te dices mientras los minutos pasan y se acerca el momento en que deberás apagar la computadora y olvidarte hasta nuevo aviso de contar con tiempo disponible para "escribir".

miércoles, 30 de junio de 2010

Flojera, güeva y modorra

"el piloto automático ahorita no es recomendable... me parto la madre"
-Carlos G Garibay

"ton's hay que nadar de muertito..."
-Carlos A Gómez


¿Alguna vez ha sentido enormes ganas de no hacer nada?

No me refiero a la simple flojera, la güeva, la modorra que de vez en cuando nos permitimos sentir para justificar el que estemos dándole vueltas al google, a la güikipedia o al feisbuc; darle vueltas a cualquier asunto, hacernos pendejos en lugar de ponernos a trabajar o hacer cualquier cosa de provecho.

Estoy hablando del terrible, culerísimo, sentimiento de pérdida de tiempo. Sentir que no tiene caso seguir haciendo lo que se hace todos los días.

¿Para qué?

Que lo único que se apetece es dormir, sin que llegue ningún inoportuno a despertarlo a uno. Que no suene el maldito teléfono porque en tal caso le caemos a golpes de llave stillson como la Pantera Rosa; ni que le vengan a responsabilizar a uno con problemas ni estupideces que no incumben.

¿Dije apetece? debí de haber dicho anhela...

No me hagan caso, sólo necesito gas.

¿Lo han sentido?

martes, 22 de junio de 2010

La más fea

Me llama la atención que hace unos días los comentaristas de la tele (¿cuál tele? ¡todas!) hacían lo imposible por convencer a la banda de que "Se le había ganado a una selección de primer nivel (Francia), un ex-campeón mundial, el actual subcampeón" y que se vislumbraba un futuro luminoso para el Tri (así sería - de 25 watts como dijera Mafalda - si al Guille Franco de menos le hubieran sacado la amarilla que le impidiera jugar el próximo).

Hoy en día, pasada la euforia, llega la resaca en forma de mediocre clasificación de panzazo y nadie parece ocultar el miedo que se tiene de enfrentar a los Argentinos.

Sí, dije miedo.

El crudito que es hoy la Selección Mexicana se despertó después de la borrachera y a su lado estaba la más fea.

No confundir, siempre y en todos lados digo que me interesa poco el fut, que lo que hay alrededor de el me castra y es verdad, aunque debo reconocer que es un bonito deporte y que sí me gusta que gane el Tri (¿o debería decir ganamos?). De verdad deseo que hagan un buen papel. Aunque detrás solo haya negocio.

Hoy escuché a Don Jaime García Elías mencionar algo que me pareció razonable si se le trata de dar una justa medida. "México no será ni mejor ni peor una vez que pase el Mundial, pero por lo menos podría estar más contento".

Este comentario solamente tiene un fin catártico, al fin y al cabo yo ni sé nada sobre futbol...

¡salud!

Enseña la cara, desgraciado


La lluvia en esa tarde de enero estaba comenzando a convertirse en un agudo mojapendejos y hacía que la espera pareciera más larga aunque apenas se iban a completar los dos cuartos de hora. La Negra se ajustó una vez más la capucha del impermeable que escurría intensamente desde hacía rato. En favor de la discreción había prescindido del paraguas y acurrucada en la esquina norte del puente seguía aguardando algún movimiento en el estacionamiento de la plaza.

Bajo el puente la Avenida Ávila Camacho comenzaba a convertirse en un caos con el tráfico de las siete bajo la lluvia. La Negra maldijo en silencio. - Con este aguacero no vendrán estos cabrones. - Palpó amorosamente bajo el impermeable la cámara que, previsora ella, había envuelto cuidadosamente en plástico para evitar que se mojara cuando un movimiento en la plaza la alertó. El Honda plateado se acercaba lentamente a su lugar en el estacionamiento, el soplo era correcto. Las luces se apagaron y los limpiaparabrisas se detuvieron al apagarse el auto. - La cara. Enseña la cara, desgraciado - Musitó la Negra agachada, cubriéndose tras el parapeto mientras preparaba su cámara. No tenía caso disparar ahora y arriesgarse a que la pillaran. Esperó.

La lluvia no parecía amainar y la Negra estaba comenzando a entumirse en su escondrijo. Sin embargo la lluvia la favorecía pues gracias a ella el puente estaba más solitario que de costumbre. Tan sólo pasaron cinco minutos cuando la camioneta apareció en el estacionamiento, los códigos apagados, lento andar, dos números en el interior. El pulso se acelera mientras se enciende la cámara y se reza porque las mustias plantas del macetero en el puente sean suficiente camuflaje.

La Negra sacó su cámara, se apoyó en la barda y comenzó a enfocar. La patrulla se emparejó con el honda, se abrieron las ventanillas. La Negra comenzó a disparar en rápida sucesión mientras en el estacionamiento de la plaza los dos vehículos intercambiaban sobres. Cuando la patrulla arrancó la Negra contuvo el aliento, no se movió y cuando vio que se perdía de nuevo en el interior de la plaza se atrevió a quitarse sentándose con el muro por respaldo. Tras unos instantes que le sirvieron para normalizar su respiración se asomó una vez más tan solo para ver al honda tomando la salida a la Avenida Patria.

Todo había acabado.

jueves, 17 de junio de 2010

El mejor lugar para romperse un hueso

"Si no hay café para todos,
no habrá para nadie."

- Atribuída a Ernesto Che Guevara

En estos días de euforia pambolera no puedo evitar enterarme de cosas que podría seguir ignorando felizmente aunque algunas de ellas de repente me llaman la atención.

Hace unos días leí una nota sobre Didier Drogba, astro de Costa de Marfil, que fue recientemente operado de una fractura en el húmero derecho y que iba a poder jugar contra Portugal con una funda protectora a la que la delegación portuguesa había ya dado el visto bueno.

"El yeso protector que piensa utilizar Drogba fue examinado por la delegación de Portugal en la reunión de coordinación de ayer y no puso objeciones", explicó el director de Comunicación de la FIFA, Nicolas Maingot. Todo esto señalado en la nota de ESPN.

El mencionado jugador terminó entrando de cambio en el minuto 65, es decir, jugó aproximadamente 25 minutos en un partido que terminó sin goles y con muchas críticas para Portugal, selección que en el papel era favorita para llevarse la victoria en dicho encuentro.

Después de eso, Carlos Queiroz, DT de Portugal entre sus reflexiones, justificaciones y pretextos también vertió críticas hacia el hecho de que el delantero marfileño Didier Drogba pudiera jugar el partido ante Portugal con una protección en su brazo fracturado la pasada semana.

"No se puede jugar con una venda en el brazo y, de repente, aparece un jugador con una protección. Se le debería haber consultado a Portugal en este tema", dijo Queiroz en rueda de prensa a la conclusión del partido entre Portugal y Costa de Marfil. Esto también según nota de ESPN.

Me pregunto si el señor Queiroz no recuerda que se le consultó sobre el asunto a la Delegación Portuguesa y que según todo mundo no puso objeciones al respecto.

Estas cosas relacionadas con el futbol, ajenas por completo al espíritu deportivo y caballeresco que de forma romántica (y en el fondo hipócrita) nos inculcan junto con el deporte son las que en verdad me castran. La actitud del señor Queiroz me parece de nenas, de quejicas y de mediocres que anteponen infinidad de pretextos ante resultados que son previsibles (¿qué cuando alguien juega futbol no sabe que puede ganar, perder o empatar?).

¿Porqué no permitir que el jugador juegue? No soy médico y desconozco por completo las implicaciones que tiene la lesión del jugador pero mi sentido común me dice que dicho jugador estaría disminuído físicamente a la hora de jugar, aún asi quiere hacerlo (¡esas son yemas! ¿o son los patrocinadores los que quieren que juegue?) y después el técnico portugués sale con esa rabieta (¿le tiene miedo a un jugador lesionado?).

Otra cosa que me pone a (mal)pensar es ésto: Costa de Marfil es un país cuya principal fuente de ingresos es la producción de cacao y café, rubros en los que en las últimas décadas ha decaído a causa de la corrupción interna que ha obligado al país a importar dichos productos. Apenas en 2007 concluyó una Guerra Civil que había iniciado en 2002, han tenido broncas con Francia y el nivel de vida de la población es bajo (por no decir jodido). Nadie lo dice pero celebran los goles del mencionado tirando tiros de cuerno de chivo al aire. Como la gran mayoría de países africanos, andan mal. Yo me pregunto ¿esa maravilla médica que permite que un jugador de futbol con una fractura de húmero sufrida el día 4 de junio esté jugando en un partido mundialista apenas 11 días después del hecho, estará al alcance del común ciudadano marfileño?

Salud!

martes, 15 de junio de 2010

La piedrita en el engrane I

"No menos que saber me place dudar"
- Dante Alighieri


Ante la vorágine de medios masivos de información ahora el problema radica en seleccionar no sólo una, sino varias fuentes confiables de datos para poder formar un criterio que nos aude a decidir cómo nos la vamos a jugar.

Me gustan los periódicos (no todos, desde luego, hablo en términos genéricos) y aunque mi ritmo de vida me impide sentarme cotidianamente a disfrutar la lectura del diario de mi preferencia yo busco enterarme por otros medios de las cosas que pasan a mi alrededor. La radio a la que le estoy consagrando algo de tiempo y esfuerzo en un proyecto independiente me agobia ante su escasa propuesta (musical por lo menos) aunque tengo ya identificados varios programas de opinión y noticias que me han parecido razonables. El internet con todos sus asegunes y riesgos; no hay que creer todo lo que se lee allí por el mero hecho de estar publicado allí. Hay que echarse un clavado, leer varias fuentes, leer entre líneas, identificar el copy-paste (trece años de maestro de prepa y licenciatura ayudan en eso). Hacer una selección de blogs, aprovechar de repente el lavadero gigante que son las redes sociales, radio rumor (no confundir rumor con chisme).

De vez en cuando hay que sufrir alguno que otro bodrio que entre otras cosas nos sirve para darnos cuenta de que no andamos tan errados. En fin, yo pienso que todo esto produce un enorme caldo de cultivo con la infinita cantidad de opiniones encontradas entre los ciudadanos. Al margen del respeto que se debe tener ante las ideas ajenas bien se pueden lograr acuerdos y concensos que nos permitan avanzar como sociedad (utópico, pero se supone que es la idea) cuando se coincide en algunas ideas (Aunque a las ideas les estorban los intereses, cuando no están con ellos).

Muchos medios, analistas, comunicadores que admiro, respeto, sigo y reconozco como proveedores de muchos insumos para buena parte de mi criterio pueden haber dado en el clavo en muchos de sus esquemas. En buena medida gracias a ellos sabemos que tal o cual político por lo menos nos está viendo la cara de rumiantes, nos está robando, se está sirviendo de nosotros y lo estamos dejando... sabemos que todo es responsabilidad nuestra, en mayor o menor medida, individual y/o colectivamente la solución, la culpa, toda la base del sistema, somos nosotros ¿Será cierto que cambiando en lo individual, que convirtiéndonos en unos ciudadanos buenos, cumplidores y responsables el de arriba se lo pensará dos veces antes de seguir xingándonos?

Todo esto forma parte de un debate enorme y jamás arreglaré el mundo desde aquí pero...

¿se ha puesto a pensar en lo que pasaría si un sólo día (1) nadie le diera una sola mordida a los támaros?

Piénselo, saque cuentas...