martes, 12 de octubre de 2010

¿Porqué no se puso su máscara?


Echo de menos practicar
tantas posturas elegantes.

- Manos de Topo - Morir de celos


- ¿No tienes alguna rola del Chente Fernández como en las cantinas normales? - preguntó el Guerrero Universal cuando recibió su Victoria helada en la barra del Mono en el Espacio. Hacía rato, tres cervezas, que los Manos de Topo se le habían atorado en las orejas.

Adrián Avilés ignoró olímpicamente la repetitiva petición de su amigo luchador, parroquiano asiduo del local a pesar de que siempre se quejaba de la música. El Mono en el Espacio podía ser lo que sea, menos normal.

- ¿Dónde dice que estuvo luchando el domingo pasado amigo? - preguntó sin mirar a su interlocutor al tiempo que acomodaba los vasos limpios que le había traído el mozo.

- En la Jalisco - el Guerrero contestó con fastidio, le dio un trago largo a su cerveza e hizo un nuevo intento. - Chente. No seas cabrón.

Mientras se daba el estira y afloja musical entre parroquiano y cantinero, la pequeña Juana, Jane para los clientes, Janis para los cuates, salía del baño de damas del establecimiento. Pasaba casi a diario a la cantina a tomarse una cerveza y saludar al Avilés después de una jornada de trabajo en una estética masculina cercana. Morena en serio, de ojos grandotes, bajita y piernuda; se metió detrás de la barra a despedirse del barman.

- Nos vemos mañana Adrián. - le dijo mientras le daba una palmada en una de sus escasas nalgas.
- Hasta mañana, chaparrita.
- Adiós Guerrero.
- Hasta luego, Janis.

Adrián comenzó a atender a un par de tipos trajeados que se acercaron a la barra cuando la chica salió del local. El Guerrero empinaba los restos de su cerveza cuando escuchó un grito lejano que venía de la calle.

- ¡Ven acá hija de la chingada! ¡órale!

Volteó hacia el ventanal pero no alcanzó a ver algo que le esclareciera nada. Se levantó y se dirigió rápidamente hacia la puerta.

- ¿A dónde vas, cabrón? - preguntó Adrián, ajeno al asunto.
- Al baño. Orita regreso.

Eran dos, los tipos que arrastraban a la Juana que chaparra y todo no se dejaba llevar tan fácilmente. Uno de ellos, el más grande le hacía manita de puerco mientras el otro la tomaba por uno de sus hombros al tiempo que intentaba abrir la puerta de una camioneta.

Recibir un raquetazo en la espalda sin estar preparado para ello cuando se está forcejeando con una chica de tamaño más bien pequeño por parte de un luchador profesional no debe ser nada recomendable. El tipo soltó a Janis, sintió un enorme calambre recorrer su espalda y sus miembros. El otro sacó una navaja de entre sus ropas pero antes de poder hacer otra cosa tuvo que soltarla ante la rápida presión que le hizo el Guerrero Universal a la muñeca. Como la mayoría de los luchadores, el Guerrero tenía cuidado al acercarse a quien no lo es, pero el ver a la Juana sangrando de la boca producto de algún golpe que seguramente le propinaron sus agresores lo enardeció.

Cuando Adrián asomó la cabeza por la puerta para ver la causa del alboroto, ya el Guerrero ayudaba a Janis a levantarse. Los dos matones yacían uno encima del otro sobre el parabrisas roto de su vehículo. Algunos curiosos comenzaban a acercarse.

- Chale, amigo ¿porqué no se puso su máscara? - preguntó Adrián al recibir a la chica para ayudarla a entrar de nuevo a la cantina.
- ¿Qué, me viste cara de Blue Demon? Ese güey diario andaba de mallas y capa.
- Definitivamente tenía más estilo que tú.
- ¿Ora si me vas a poner algo del Chente? - preguntó una vez más, necio e iluso, el Guerrero Universal.

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