Un jefe con coraza, de mascara de formalidad, sin naturalidad, que pone una barrera entre el resto del mundo y él, por lo menos entre él y lo que él considera que está debajo de él.
Sin los güevos para asumir su responsabilidad, ni una equivocación, por poca que sea, dispuesto a endilgarle las fallas a los demás y dejar que paguen por ellas, aunque no sean sus responsabilidades.
Dispuesto a aplastar a la menor provocación, dispuesto a aplastar a la menor salida de la línea...
Enfundado en su traje elegante y refugiado en su oficina de cristal, inalcanzable, con secretarias infranqueables y que usa la prepotencia, la grosería y la patanería como armas con el fin de humillar y doblegar.
Espero que de una buena vez te quede claro, animal, que no podrás hacerte dueño de nuestras esperanzas, de nuestra fe y mucho menos de nuestro buen humor.
Más vale que lo hagas bien, te estaremos vigilando.
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