martes, 18 de mayo de 2010

La dimensión del deporte

El Fenerbahçe Spor Kulübü es un club polideportivo de Kadıköy, Estambul en Turquía. Jugaba la final del torneo turco contra el Trabzonspor y no fue capaz de ganar. Sus hinchas no conformes con la derrota se pusieron a quemar el estadio con lo que movilizaron a los cuerpos de emergencia. Sin embargo la cosa no acaba allí y se les ocurrió también la idea de querer linchar al delantero español Dani Güiza a quien culpaban directamente de no lograr el objetivo.

Al margen de lo terribles que son esos acontecimientos me ha llamado la atención un comentario que hiciera el presentador de noticias a quien le escuché inicialmente la nota mencionada. Dijo entre otras cosas que ese tipo de gente que hace disturbios, que se transforma de manera tan peligrosa cuando su equipo deportivo no le da una satisfacción que pierde la dimensión de lo que es un deporte.

No diré de ningún modo que el comentarista no tiene razón en mencionarlo, pero cuando escuché esa frase comencé a reflexionar ¿cuál es, entonces, la dimensión del deporte?. Justamente ayer en la oficina algunos de mis compañeros insinuaron que yo no soy un buen mexicano porque les dije que no quiero ver ningún partido de México en el próximo Mundial de Futbol de Sudáfrica. Según su patriotarómetro hago mal porque no me he ido a comprar la versión más nueva de la playera de la Selección (no tengo ni una) y porque no quiero comprender que esos 11 jugadores (más reservas y cuerpo técnico) están representándome a mí como mexicano en una justa deportiva internacional. Cualquier teórico de la estadística podría decir que si la selección mexicana es la muestra que representa a un universo que en este caso seríamos los demás mexicanos no se estaría haciendo un muestreo objetivo ya que los mexicanos que tenemos la fortuna de tener un trabajo lo hacemos en su mayoría con seriedad y sin ganar la fortuna exorbitante que esos once sujetos cobran por hacer el ridículo y comportarse como divos. Mientras que la otra enorme porción de mexicanos que carecen de empleo estarían más felices y en mejores condiciones si tuvieran un trabajo decente para poder mantener a su familia que si a la selección mexicana le va bien en el mundial como mañosamente pretenden hacer creer las televisoras a la ingenua masa futbolera.

En éstas últimas semanas he ido un par de veces al cine y antes de que inicie la película he tenido que ver los cursis discursos que pusieron a decir a Javier Aguirre (eso le pasa por hocicón) para inflamar el patrioterismo de tercera de quienes ingenuamente creen que México llegará lejos en el mundial. No les ha entrado en la mente que si cada cuatro años México califica al mundial es únicamente por el excelente negocio que representa para la FIFA que miles de mexicanos se desplacen al país sede del mundial a gastar sus dollar$. En eso sí, somos los primeros, en mandar legiones interminables de turistas al shopping internacional, empezando por los 11 tarados que dicen representarme. Ya quisieran jugar con las agallas de un llanero que solamente se ganará unas cervecitas al final del partido.

¿Dónde está, pues, la dimensión del deporte? ¿En los orgiásticos saqueadores que son los dueños del futbol en México? ¿En los representantes que adoptan una postura más elevada a la de los chulos cinturitas que en verdad son? ¿en los futbolistas que se venden de la forma más indigna regalando su sueldo cuando quieren subir a una división más grande, pagando en especie su derecho de piso o besando botines y zapatos según les convenga? ¿No deberían de ser un ejemplo? ¿Está la dimensión del deporte con los entrenadores, eternos mochileros, comparsas del poder de los dueños y de los jugadores en el vestidor? ¿o en el aficionado conformista que todo solapa y que todo consume?

El futbol es un bonito deporte, diversión sana de quienes van y juegan una cascarita y hacen geniales piruetas con el balón (recuerdo al anónimo aficionado que una vez le puso un baile a Cristiano Ronaldo en una sesión de fotos, no creo que él gane millones aunque sí creo que le tenga amor al deporte). O también de quienes disfrutan de un modo sano y moderado de un partido y lo ven como lo que alguna lejana vez dijo el mismo Javier Aguirre cuando parecía ser alguien más humilde: Esto es sólo un pinche juego.

Si México llega lejos en el mundial me dará gusto, cómo no, pero quisiera creer que fue algo justo..., qué le hago, me han vuelto un escéptico.

lunes, 17 de mayo de 2010

Sólo un pretexto

No deja de ser un pretexto. La explicación para justificar un descuido, por muy veraz y convincente que sea no deja der eso, un pretexto.

En mi entrada anterior comenté sobre la ventaja que puede representar el tener una cuenta en una red social, en este caso, me estoy refiriendo a Facebook. Recuerdo que pasé cerca de año y medio con sólo dos contactos, mi amiga Gabriela Palomera, mexiquense avecindada en Berlín; y Adriana Pérez, tapatía avecindada hasta hace unos meses en Mazatlán. Después se vino una especie de boom y hoy día tengo cerca de 210 contactos. No me arrepiento pues es divertido tener contacto con ellos de ese modo, sobre todo con quienes de otra forma no lo tendría. También debo reconocer que a través de dicho sitio me entero de cosas que podría seguir desconociendo felizmente.

Comencé a utilizar el Caralibro para promover mi proyecto del libro que estoy escribiendo sobre los personajes de la radio tapatía y hace unos meses invité a una vieja amiga a participar, se trata de Danniela Geomar Neri, inicialmente cubría los partidos de basquet de los Leones Negros y posteriormente las notas políticas del Congreso Local. Pasaron semanas y según yo no tenía respuesta de su parte. Periódicamente revisaba mi cuenta de Facebook para verificar si no había recibido respuesta de su parte. Sin embargo era lo habitual haber recibido por lo menos tres correos diarios de una estación de radio por internet con quien tengo contacto. La última interfaz del Facebook me indica cuando tengo nuevos correos y me muestra una pequeña ventana con los nuevos mensajes recibidos. Yo diariamente veía y pensaba "chale, otra vez correos de la estación" y pasé un par de meses así.

Un buen día de la semana pasada decidí darle una depurada a mi buzón y limpiarlo de basura. Cuál no seria mi sorpresa al darme cuenta de que desde el 15 de abril tenía una respuesta por parte de Danniela ¡y yo no la había visto! De por sí de repente me cuesta algo de trabajo conseguir entrevistas para el proyecto y las que me responden positivamente las echo a perder con descuidos como ese.

Me he prometido a mi mismo no revisar en lo sucesivo únicamente la ventana de muestra sino meterme a toda la bandeja de entrada a revisar.

Insisto, las redes sociales pueden ser una excelente herramienta de comunicación, pero como todas las herramientas, solo son útiles y beneficiosas según decidamos utilizarlas.

Sobra decir que con todo y mi cara cayéndose de vergüenza he vuelto a escribirle a Dani, espero me disculpe y me de una nueva oportunidad para la entrevista.

Aunque todo lo que mencioné siga siendo sólo un pretexto de mi descuido.

¡salud!

viernes, 14 de mayo de 2010

Sólo fue una tregua...

Salud

Todos los días visito mi blog, lo miro, lo releo y me meto gustoso a varios de los links a otros blogs que sigo lealmente. Pero a mi blog tengo cerca de un año que no le escribía una nueva entrada...

Sé que no tengo porque darle ninguna explicación a nadie pero de todos modos siento la necesidad de hacerlo, aunque pienso que más bien es para mi mismo.

Dejé de escribirle entradas a mi blog en parte porque mi actividad como escritor es algo marginal junto a mi profesión de programador de sistemas. Quienes me conocen profesionalmente parecen no creer lo que están escuchando cada vez que menciono que estoy escribiendo dos libros, ponen cara de "Hombre, qué bien, pero yo de todos modos necesito que el programa me haga el nudo de la corbata para ayer. A lo tuyo". Como si quisieran verme todo el tiempo hundido entre los códigos de programación...

A causa de esta marginalidad (y en muchos casos clandestinidad) en la que tengo que escribir decidí dedicar esos esfuerzos precisamente a los libros que quiero publicar y no a escribir alguna patraña de vez en cuando en este blog, del que dudo seriamente que tenga algún seguidor.

Otro motivo fue que pesaron en mí unas palabras que me dijo mi buen y viejo amigo Gabriel Moreno sobre el esfuerzo (técnico e intelectual) gratuito que significa dedicarse a un blog. Hacer algo que no retribuye nada resulta ingrato. En mi caso el hecho de que hubiera comentarios de respuesta bastaría para darme por bien servido.

Con todo y eso, estos meses no han estado ajenos al sentimiento de abandono de mi blog. Como profesional de la web y de la informática soy un convencido de que el blog es una herramienta de primer nivel para la divulgación de la información y para el contacto social con todo y lo satanizado que se vuelve todo eso hoy en día por el asunto de la privacidad y la seguridad (si la gente tuviera una maldita idea de lo que está haciendo cuando chatea otro gallo nos cantara pero eso es otro tema).

Hoy, despues de un tiempo de estar pensándolo decidí regresar y continuar tratando de darle vida a este pequeño espacio. Siempre habrá modo de despotricar, de saludar, hacer algun pequeño apunte y quizás, de vez en cuando, recibir uno que otro comentario.

No puedo menos que agradecer a mi vieja y querida amiga Carolina Cárdenas, que me sorprendió gratamente hace unos días preguntándome por un viejo texto que leyó en mi blog, por darme el empujoncito definitivo para volver. Y también de forma indirecta (aun no tengo el placer de conocerlos en persona) al buen Manuel Falcón, monero, comunicador y activo bloguero así como a Claudia Calvin por resaltar siempre las virtudes de esta actividad.

Espero poder bloguear un poco más decentemente ésta vez.

¡salud!