lunes, 15 de agosto de 2016

Fantasmas

Le gustaba que los juegos de la liga de básquet fueran por el rumbo de la Colonia Moderna, el viejo barrio.

Representaba una buena ocasión para echarse un clavado por esas calles. Sobre todo si había la oportunidad de ir solo y a pie. Aunque la salida y el regreso a casa fuera a veces un tema complicado.

Se encontró con que la avenida estaba desierta. Por no haber, no había tránsito. No pasaba ni un solo taxi y era evidente que tardaría mucho en conseguir uno por allí, de modo que empezó a caminar. Pasó por el entrañable bar. Gustavo no había llegado aún, así que no se le antojó entrar a tomarse una cerveza. Caminó unos pasos más a la siguiente avenida y se encontró con que tampoco había mucha vida en ella. El taxi seguía sin pasar y se vio pronto ante la disyuntiva de seguir caminando o desviarse hacia la vieja calle cerrada. Le gustaba esa sensación de poder ir a donde se le antojara, como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacer una incursión completa y a buceo profundo con su pasado. Valiente asunto ¿Cuál pasado? Ese mismo que ya no estaba allí, que también había emigrado a otro lado y que consistía en puros fantasmas.

La vieja calle tiene un aspecto cada vez más diferente en cada ocasión en que sus pasos lo llevan allí. Aunque eso bien podría haber pasado a la siguiente semana de que abandonó el lugar. Las cosas habían cambiado más de lo que pudiera haber deseado. Hace 24 años que no vive por allí y sin embargo, cada vez que está cerca del rumbo, no puede evitar darse una vuelta y reconocer, o mejor dicho, desconocer el barrio, y dejar que los recuerdos lo invadan. Aunque sigue sin entender ese afán de meter las narices en estas calles ¿Que esperaba encontrarse?

Ya nadie de la vieja guardia ni de la palomilla estaba por acá. Puros fantasmas. Esos mismos fantasmas en los que estaba tratando desesperadamente de no convertirse. Se supone que a eso precisamente le teme: A volver a cualquier lugar y encontrárselo tal cual lo dejó. Pavoroso. Como si no se hubiera ido. La sensación de sentirse ajeno tampoco era muy apetecible. Pero por lo menos esa sí era predecible: un recibimiento cálido es algo que nunca ocurriría allí jamás.

Miraba las casas, en la que él vivió, en las que vivieron sus antiguos compinches, en donde vivieron las niñas que le gustaban cuando él era niño..., en aquella..., en aquella otra..., en esa ventana...

Absorto. Esa era la palabra. Solo así podría describir su estado al caer en la cuenta de que desde la ventana de la planta alta lo miraba un fantasma muy real..., en una versión más vieja.

Absorto. Preguntándose si la sonrisa que le estaban brindando era de reconocimiento o de un nuevo saludo. O quizás de complicidad.

Absorto. Sin decidirse a saludar, sonreír a su vez y animarse a tocar a la puerta.

Si se daba prisa podría llegar y tomarse unos tragos en El Coyote, al fin y al cabo allí, con buena música y una bebida fría ante sí, bien podría preguntarse, aun sin llegar a responderse, si fue la comodidad, el miedo o la flojera lo que lo llevó a dar la media vuelta y caminar hacia la bocacalle sin mirar atrás. Allí, bien podría alejarse de los viejos fantasmas y de las viejas calles. O por lo menos dejar de mirarlas como si fueran viejas y en su lugar volverlas a ver como escenario diario de sus quehaceres. Parte de su ahora y comenzar a crearse los nuevos fantasmas del futuro.

viernes, 17 de junio de 2016

A quien le quede el saco...

Un jefe con coraza, de mascara de formalidad, sin naturalidad, que pone una barrera entre el resto del mundo y él, por lo menos entre él y lo que él considera que está debajo de él.

Sin los güevos para asumir su responsabilidad, ni una equivocación, por poca que sea, dispuesto a endilgarle las fallas a los demás y dejar que paguen por ellas, aunque no sean sus responsabilidades.

Dispuesto a aplastar a la menor provocación, dispuesto a aplastar a la menor salida de la línea...

Enfundado en su traje elegante y refugiado en su oficina de cristal, inalcanzable, con secretarias infranqueables y que usa la prepotencia, la grosería y la patanería como armas con el fin de humillar y doblegar.

Espero que de una buena vez te quede claro, animal, que no podrás hacerte dueño de nuestras esperanzas, de nuestra fe y mucho menos de nuestro buen humor.

Más vale que lo hagas bien, te estaremos vigilando.

(http://themostdangerouswritingapp.com/)

miércoles, 15 de junio de 2016

Cosas más amables

Si no es el miedo lo que te paraliza... ¿entonces qué es?, ¿cómo explicas este letargo, este saber qué demonios es lo que tienes o debes hacer y no lo haces, maldita sea, aunque la vida te va en ello?

¿Cómo lo explicas?

Sigues mirando la pantalla, esperando a que una revelación divina te explique o mejor dicho, te revele la neta del planeta y veas todo con una claridad pasmosa, en lugar de hacerte cargo de las cosas y ponerte a trabajar. Trabajar, güevón, no porque debes hacerlo, sino porque te sirve. Sabes que si quieres poder lograr tus objetivos, debes de poner manos a la obra. Lástima que sea con asuntos a los que francamente no deseas seguir dedicándote pero que el mundo insiste en achacarte, porque eres el indicado, eres el güey que lo hace, eres lo que el mundo sabe de ti, sin imaginarse que detras de esa piel de último mono de la NASA, hay un cabrón que bien podría estar dedicándose a otras cosas más amables... como regentear un café.

(http://themostdangerouswritingapp.com/)

viernes, 26 de febrero de 2016

Algunas frases de Kurt Cobain... en catalán



  • "Prefereixo que la gent em odiï per ser qui sóc al fet que m'estimi pel que no sóc"
  • "L'autèntic amic és el que sap tot sobre tu i segueix sent el teu amic"
  • "Si vaig ala presó, almenys no hauré de signar autògrafs"
  • "Mai ens ha preocupat massa la professionalitat perquè sempre hem valorat més l'energia"
  • "Tocar davant d'un grapat de gent que reaccioni bé és la millor cosa del món"
  • "No sé on vaig, no sé, només sé que aquí no puc estar"
  • "Vaig triar viure la vida d'un recluta solitari. No convisc amb ningú perquè no podia suportar l'estupidesa"
—Kurt Cobain

miércoles, 10 de febrero de 2016

¿Momento coyuntural?

Tu miedo no es
por no lograr regresar.
Temes que
lo que imaginas profundo
resulte ser solo un charco.

—Fragmento de 'La Escafandra',
de Carlos G Garibay
 
 

Para cuando decidí que bien podría utilizar mi blog —después de todo, su nombre lo dice: bitácora web— para esto, ya iba muy avanzado el asunto. Tan avanzado que más bien está por concluir —por lo menos eso anhelo— y comenzar por el principio me resulta difícil.

Para ser un momento coyuntural, ya ha durado cinco meses. Ya basta.

Hoy fui informado de que Administración dice que el Organismo en el que trabajo no necesita un especialista en informática. Hoy, día en el que salí una hora y media tarde porque los compañeros no son capaces de imprimir, escanear o armar presentaciones en power point. Ciertamente las mencionadas no pueden considerarse tareas exclusivas de un especialista en informática ya que se supone que cualquier trabajador de oficina debe de ser capaz de realizarlas. Estoy seguro de que el Organismo sobrevivirá sin mi. Con todo y que a los compañeros se les cierra el mundo, no soy indispensable. Aunque pienso que sí necesario, ya que también hago cosas de informático de vez en cuando.

Vaya, es solo que no pensé que terminaría así.

Dos años y nueve meses duró la aventura, fue bueno mientras duró. Pero es duro pensar que laboralmente no conseguí ningún avance. Logré regresar a donde estaba, a una mejor área de trabajo. Es la única ventaja, lograr un poco de confort, pero lo cierto es que es lo mismo aunque no sea igual —o es igual aunque no lo mismo, ustedes me entienden—. Solamente me hice más viejo y sigo donde mismo. Sigo rellenando los requisitos para, en su momento, lograr una pensión. Sigo aceptando el grillete.

Pero sigo donde mismo.

Supongo que no lograré encontrarme si no me pierdo primero...