Si no es el miedo lo que te paraliza... ¿entonces qué es?, ¿cómo explicas este letargo, este saber qué demonios es lo que tienes o debes hacer y no lo haces, maldita sea, aunque la vida te va en ello?
¿Cómo lo explicas?
Sigues mirando la pantalla, esperando a que una revelación divina te explique o mejor dicho, te revele la neta del planeta y veas todo con una claridad pasmosa, en lugar de hacerte cargo de las cosas y ponerte a trabajar. Trabajar, güevón, no porque debes hacerlo, sino porque te sirve. Sabes que si quieres poder lograr tus objetivos, debes de poner manos a la obra. Lástima que sea con asuntos a los que francamente no deseas seguir dedicándote pero que el mundo insiste en achacarte, porque eres el indicado, eres el güey que lo hace, eres lo que el mundo sabe de ti, sin imaginarse que detras de esa piel de último mono de la NASA, hay un cabrón que bien podría estar dedicándose a otras cosas más amables... como regentear un café.
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