viernes, 19 de septiembre de 2008

Justificación pinche


Se respira un ambiente tranquilo en La Filomena. Hoy hay menos concurrencia de la habitual. Por lo menos para ser viernes por la noche parece haber menos parroquianos reunidos en el lugar. En una de las mesas centrales, el acostumbrado grupo de jugadores de dominó se encontraba enfrascado en una partida que definiría al ganador del zapato. Dudoso honor. En una de las orillas de la barra dos jóvenes estudiantes de ingeniería prófugos del aula compartían una cubeta con cervezas de a cuartito y una charolita con cacahuates japoneses mientras sus mochilas, portaplanos y reglas T descansaban en uno de los asientos de al lado. No importaba demasiado, de cualquier modo no había quien ocupara el lugar en ese momento. Un viejo abogado ingería cubas libres del otro lado y consumía cigarros Benson como si la vida le fuera en ello. Don Cayetano limpiaba unos vasos mientras el reloj de pared rondaba las 8 de la noche. Era temprano aún. En la calle la oscuridad no terminaba de adueñarse del ambiente y la temperatura permitía que los abrigos colgaran del brazo de sus dueños. El Señor Medina cruzó el umbral de la puerta del viejo recinto justo a tiempo para escuchar el Mareo de los Babasónicos iniciar sus notas e inundar el ambiente con su melancólica letra. Observó el entorno antes de decidir el lugar donde iniciaría la ingesta de su tequila. Definitivamente la mesa rinconera con solo dos sillas junto a la repisa con los bustos de maniquí enmascarados con las tapas del Santo y Blue Demon. Dominar el local con la vista y dar la espalda a la pared. - Tal como lo haría Billy The Kid. – Pensó mientras con la mirada le indicaba al viejo Cayetano que le sirviera el primer tequila derecho y sacaba su encendedor y sus Faritos para ponerlos sobre la mesa. Hoy no había podido terminar de leer su periódico y pensó que el momento era el ideal.

Andaba por el tercer caballito, el segundo tabaco y las noticias del congreso local cuando la llegada del mozalbete llamó su atención. Era un viejo conocido. El joven Juan José Llamas alias el Chivo cargando con una libreta de forma francesa bajo el brazo, al igual que él hace tres cuartos de hora, se encontraba decidiendo dónde depositar su delgada humanidad cuando reconoció el rostro que lo miraba desde atrás de la sección de política local del periódico. La sonrisa de reconocimiento llegó. Hacía unos tres años Medina había sido su profesor de geometría analítica en la preparatoria. En ese entonces el Chivo no contaba aún con la edad oficial para ingresar a la cantina pero eso, desde luego, había cambiado.

- Salve, maestro – dijo el joven pensando erróneamente que el momento era solemne.
- Ave, chucho – le devolvió Medina tratando de quitarle el formalismo al asunto y rematando el saludo levantando el brazo al frente como si del césar se tratara. El efecto fue el deseado pues el Chivo no pudo menos que soltar la risa, aceptando la silla que su ex profesor le ofrecía.
- ¿Qué me cuenta profesor? – preguntó mientras Medina enrollaba su periódico.
- Lo que tú me cuentes primero, chaval ¿qué andas haciendo en este tugurio?
- Es la primera vez que vengo, tenía ganas de un lugar tranquilo donde escribir y ya me habían recomendado el lugar.

Medina recordó que el joven Llamas acostumbraba escribir a modo de pasatiempo y más de alguna vez se sorprendió gratamente con lo que encontró en sus escritos. Cuando eres profesor de preparatoria no resulta común encontrar una personalidad creativa e inteligente como la de este chamaco. Acostumbrado a niñatos preocupados por la fiesta del sábado, pensaba seriamente que él tendría un futuro distinto al de sus compañeros. Se quedó mirando al joven Chivo recibir la Montejo que Cayetano le traía y dejó que la curiosidad marcara el rumbo de la charla.

- ¿Qué estás escribiendo?
- Nada aun. – Inició a responder pero hizo una pausa para darle un trago largo a su cerveza. – La verdad es que tengo algunas ideas y muchas ganas de comenzar. Pero últimamente me estorba el pensar en la opinión que lleguen a tener los demás de lo que yo escriba.

Eso fue sorprendente para Medina. Había pensado que el Chivo tendría un poco menos de limitantes para escribir. Se hizo un breve silencio, el Chivo comía cacahuates mientras Medina lo miraba por encima de su vaso tequilero, que se había quedado a medio camino en el viaje de la mesa a su paladar.

- No me agüites Llamas, ahora sí que me has sorprendido ¿de qué chingados estás hablando? Hace unos años defendías tu creatividad muy bien ¿y ahora me sales con esa jalada…?
- Es que se me ocurren muchas cosas, viejo, muchas cosas que yo imagino o que yo pienso o de las que me doy cuenta cotidianamente. Y algunas de esas cosas no las comparto con nadie. Son las que actualmente me bullen en la cabeza, y si las escribo habrá gente que se dará cuenta de esas cosas…
- ¿Qué? ¿temes que te pase como a Marge Simpson y que todo Springfield crea que tienes amoríos con Ned Flanders después de escribir tu libro? – el sarcasmo de Medina fue soltado sin piedad para ver si de ese modo reaccionaba este mono. Por lo menos logró que Llamas sonriera la broma.
- ¡Jé! Nah, no se trata de eso… son cosas más importantes como mis ideas políticas o religiosas acerca del orden establecido y todas las cosas socialmente aceptables.

En lugar de responder a esta última declaración, Medina puso su mejor cara de ¿de qué diantres me estás hablando? El efecto fue el deseado. La explicación vino en seguida.

- Por ejemplo, tengo dos compañeros en la oficina. Uno, su papá es policía, la otra su hermano es policía. ¿qué va a pasar el día en que a mi se me ocurra escribir acerca de eso y ellos sepan o lleguen a suponer que yo odio a muerte a los policías? Si yo fuera asesino en serie, lo sería de policías. Tendrían razón en deducir eso leyendo lo que yo haya escrito sobre el tema…
- ¿y de donde sale eso? – Medina ya se mostraba más interesado pues estaba viendo que quizás el Chivo tuviera motivos algo más razonables para sentirse tímido para escribir.
- De la ocasión en que mi carnal venía medio pedillo caminando por la calle rumbo a la casa y lo detuvieron. Usaron su estado alcoholizado, que ni siquiera era mucho, como pretexto para quererle quitar dinero. El sólo estaba caminando. No estaba orinando ni estaba bebiendo en la vía pública, sólo caminaba a casa con unas chelas encima. Como no traía dinero para que se lo robaran, le pusieron una madriza de órdago, lo dejaron mal, le quitaron sus zapatos, la camisa. Como pudo llegó a casa, descalzo y descamisado todo golpeado y con un frío de la chingada. Ni siquiera lo detuvieron, sólo lo golpearon. Yo estaba fuera de la ciudad y cuando llamé a casa mi mamá estaba llorando cuando me dio la noticia. Malditos sean. Eso fue hace como 7 años y es hora que aun le cuesta trabajo olvidarlo. En su momento, mi mamá lo convenció de ir al psicólogo y según el, mi hermano estaba tan deprimido que sí llegó a pensar en matarse. Tuvimos que entrarle todos los de la familia para alivianarlo pero estoy seguro de que algo en el se perdió para siempre. Por suerte, ahora no esta tan mal, terminó sus estudios, tiene trabajo. Sin embargo es alguien melancólico y a todos nosotros nos sigue preocupando. Para mi es motivo más que suficiente para desearles lo peor a toda esa ralea de mal nacidos de mierda. Me da rabia que esa sea la gente de la que en realidad hay que cuidarse y que cada uno de ellos goce de la miserable impunidad de su maldito uniforme y de su placa. Que en lugar de trabajar se la pasen pensando como obtener su beneficio y en cubrir las cuotas de sus superiores para lo cual solo tienen que seguir jodiendo a la gente. A muchas personas no les cuento esto porque no quiero herirlas. Como los de la oficina. Los dos son mis amigos pero ¿cómo lo van a entender? Ni siquiera puedo decir que es culpa de ellos, no sé quienes en particular lo hicieron. Para ellos es su familia, aunque para mi sean solo parte de la porquería. – Llamas en verdad se apasionaba cuando contaba esto. Hasta había dejado de darle tragos a su cerveza y ya no miraba a Medina. Se había quedado con la botella de Montejo en la mano viendo hacia ningún lado. - Lo peor de todo es que ni siquiera hay nada por hacer, sólo tratar de reparar un daño que nosotros no ocasionamos y hacernos responsables de nuestra vida, seguir adelante. Mientras esos perros todos los días se acuestan a dormir tan tranquilos, jodiendo a diario, robando a diario y obteniendo cosas que el resto de nosotros debe ganarse trabajando y con muchos obstáculos. ¿quejarnos? ¿con quién? ¿denunciar? ¿a quién? A mi solo me resta desearles lo peor y tratar de que mi rencor no me joda más de lo que ya me tiene amargado.

Medina observó por un momento a su joven ex alumno. Le dio unas fumadas a su cigarro y apuró su tequila. Después de todo, pensó, a el también le costaría trabajo dejar que sus amarguras hagan mella en su gente cercana. Vaya, igual uno tiene derecho a pensar y sentir según como le haya ido en la feria. El temor era el de averiguar si uno es o no capaz de manejar esas cosas. Con un gesto, pidió otro tequila a Don Cayetano y se dispuso a emitir la opinión que de manera implícita le estaban pidiendo.

- Por lo pronto es sólo uno de los motivos que dices tener para no querer escribir. Estás permitiendo que afecte lo que te gusta hacer. Estás dejando que las consecuencias de lo que le hicieron a tu hermano te sigan perjudicando aun después de todo ese tiempo. La verdad es que pienso que tu rencor es respetable, hasta a mi me dio rabia mientras me contabas y tengo a la fuerza policial en un concepto aun peor que el que tu tienes. Pero creo que solo les das más importancia de la que merecen. Digo, esas cosas merecen ser contadas, te hará bien. Sin embargo el motivo por el que no quieres escribirlo es para que cierta gente no sepa acerca de esa opinión que tienes y es, repito, sólo un ejemplo el que me das lo cual me da a entender que hay un montón de cosas que evitas contar. La verdad es que no me queda muy claro si haces eso por darle el gusto a los demás o evitarte una supuesta molestia o incomodidad, como si no quisieras que supieran de tus rencores, vicios y defectos. Vaya, como si tu opinión e ideas no fueran respetables.
- Lo he pensado y como que no me dan ganas de estar explicando y justificando cada idea ni cada personaje o situación que yo describa en mis textos. Siento como si cada cosa que escriba la tuviera que explicar. Si escribo a un ladrón, pensarán que lo soy o me preguntarán de dónde saqué yo las ideas para plantearlo o describirlo. Como si necesariamente yo hubiera tenido que estar en los zapatos de cada personaje que se me ocurra presentar por escrito. – Llamas ya estaba sobre la segunda cerveza y ya hablaba de un modo más fluido. Parecía como si le estuviera haciendo bien expresar eso que pasaba por su mente.
- ¡maaah, eso es basura, chamaco! Toda idea que hayas imaginado y conclusiones que hayas sacado en tu vida necesariamente tienen que tener un lugar de origen, desde luego. Pero no tienes porque explicarlo a todo mundo. Por lo menos no si no lo deseas. Si lo que tú escribes simplemente te viene a la mente, si se te antoja escribirlo o describirlo no tiene, por fuerza que ser algo que tú hayas vivido o que tengas deseos de realizar. Tu estás creando tu mundo, con tus reglas y sus roles. Alguien tiene que desempeñar esos roles y no todos tienen que ser a güevo tuyos. No tiene porque ser una proyección tuya. Por supuesto que si deseas credibilidad debes de tener un fundamento. La gente respeta más a quien sabe de lo que está hablando.

El Medina se comenzaba a calentar. Tomo aire y encendió un nuevo cigarro. Aspiró tranquilamente las primeras fumadas y después paladeó su tequila. Se dedicó un momento a la canción en turno. La Despedida de Manu nunca dejaba de depositar en el una sensación de renacimiento, de alivio. De volver a comenzar. El borrón y la cuenta nueva que tanto bien hacen y que le permiten decir ya estoy en paz.

- Deja eso atrás Chivito. Úsalo como fuente de inspiración. Usa esa pasión para tratar de tansmitirla. No para que te frene como parece que está pasando. Quédate en paz. Mira chamaco. Te gusta escribir. Me has mostrado alguna vez lo que has escrito y me agrada. Me gusta la gente creativa, pero me molesta la gente pendeja. No seas así por lo que más quieras. Se supone que eres dueño de lo que escribes, de los mundos que inventas y que describes. Si aun en tu mundo te ajustas a lo que los demás desean de ti, si te preocupa el qué dirán, entonces no eres tal, no eres dueño ni de lo que escribes. Una vez tu mismo me dijiste que no te preocupaba conservar lo que escribías en la prepa porque siempre serías el dueño de esos escritos y que en cualquier momento se te podría ocurrir algo nuevo. Aplaudí esa declaración. ¿de que te sirven todas esas cosas, esa creatividad, si de todos modos la tienes sometida a la complacencia ajena? Madres, niño. Ve y escribe. Lo que se te antoje. Lo que quieras. Si son cosas que tu inventas, que tu imaginas, no tienen ni siquiera que ser posibles en la vida real. Que lo que escribas sea tuyo, de nadie más. Ofrécelo a tu gente, qué se yo, quienes sean. Pero que sea tuyo, no lo copies, sé original. Y atrévete ¿prefieres quedarte con todo eso que dices que te bulle en la cabeza en lugar de ponerlo en papel? Adelante, no hagas nada, no seas nada.

Llamas escuchó a su profesor y empinó lo que le quedaba de su cerveza. Sabía que tal vez lo que le fuera a decir no iba a ser algo que el quisiera escuchar. Pero pensó que tal vez sí lo necesitara.

- Creo que tal vez tenga razón profe
- Más vale que me lo digas en serio porque si sólo me estás dando el avión no te sientes de nuevo en mi mesa, Chivo.

Por toda respuesta, el Chivo tomó su nueva botella de Montejo, sudando de frío y la levantó, sonriente, para brindar con el viejo Medina. Era lo que deseaba de este chamaco. No está nada mal que de vez en cuando alguno de sus ex alumnos lo haga sentirse orgulloso.

- ¿Y qué profe? ¿ha visto a alguno del grupo? – el cambio de tema era un buen giro en la conversación en el momento justo.
- A dos o tres, pero no todos me sorprenden con algo interesante que hayan hecho de sus vidas. Algunos se comportan como si siguieran en la prepa. – Medina esperaba que Llamas entendiera el piropo.

Parecía que el ambiente solemne de La Filomena en esa mesa amagaba con esfumarse pues Mi Flor, de los Pericos comenzaba a emanar una atmósfera más guapachosa. Perfecto.

- ¿Y qué, profe? ¿cree que lo haga bien? – dijo Llamas finalizando el tema con una pregunta.
- Pues a como he estado viendo en la última media hora, cumples a la perfección con uno de los requisitos que según Charles Bukowski hacen falta para ser un buen escritor. – Un nuevo tequilita en la mano, un nuevo cigarro y más buenas rolas era lo necesario para continuar la velada por más amables derroteros. Medina renunció a continuar su lectura del periódico y se dispuso a seguir charlando. – Tendrías que revisar los demás…


Por Carlos García Garibay

martes, 9 de septiembre de 2008

El Luchador Rudo: El Encantador de Masas


El estilo rudo es del agrado del público aunque manifieste otra cosa. Ser un luchador rudo para mi significa estar en la cima de mi carrera, ser rudo significa saber darle gusto a la gente. Saber manejar su estado de ánimo, para bien o para mal. La gente siempre se va a acordar de un buen luchador rudo.

-El Engendro

Uno de los axiomas de la lucha libre más arraigados dice que para poder ser un buen luchador rudo primero se debe empezar por ser un buen luchador técnico. Esto queda bastante claro tomando en cuenta que todo luchador debe de tener muy bien sentadas las bases de este deporte. Sin embargo la vox populi tiende a encasillar a un luchador rudo como un personaje malo, es decir, que actúa con maldad, sin que el concepto tenga nada que ver con su calidad como luchador. Por contraparte, el luchador técnico, el que siempre lucha sujeto a las leyes fundamentales del deporte, es idealizado como un héroe. El que se sobrepone a las adversidades y a pesar de que el bando contrario le esté aplicando doble o hasta triple equipo, sale avante con una llave bien hecha o un espectacular vuelo. El defensor del bien, atento con las damas y bueno con los niños. El que no hace trampa y en el caso extremo de que llegue a cometerlas, su muy respetable público hace caso omiso de ellas pues ni siquiera tiene que llegar a perdonárselas. Además se jacta de ello, pues con micrófono en mano dice: “con esto te demuestro que yo también sé de mañas”. El luchador técnico tiene su propia personalidad y mística que son pilar indispensable de la magia que existe en la lucha libre mexicana. Un misterio digno de su propio rosario, del cual hablaré en otra ocasión.

Hablemos del luchador rudo. El que desde mi muy particular punto de vista es un claro ejemplo de la condición humana. Los personajes que pertenecen a este bando, en su gran mayoría utilizan calificativos que hacen una alusión a la rudeza, a la violencia y en muchísimos casos, ya lo habíamos mencionado, a la maldad. Apelativos como Negro, Asesino, Salvaje, Infernal, Bestia, y un sinnúmero de etcéteras acompañados de los más diversos nombres y apellidos, pretenden darle al espectador y, por supuesto, al rival, una impresión de peligrosidad, una advertencia acerca del enorme problema que tienen al osar enfrentarse a ellos y de lo mal que la van a pasar en consecuencia. El luchador rudo no pretende ser un héroe ni hacer alarde de urbanidad y buenas maneras. Aunque al igual que el luchador técnico busca obtener la victoria, ser el mejor sin importar que sus métodos sean distintos. Cuando el luchador rudo comete una falta o le quita la máscara a un rival se enorgullecerá del hecho, aunque en público lo va a negar y por si fuera poco, siempre pretenderá poseer una gran técnica de lucha. Esto es algo muy importante para destacar, pues un luchador rudo que posea buena técnica siempre será respetado por propios y extraños. Podemos citar como ejemplo a Don Daniel López El Satánico quien siempre hace gala de mucha rudeza sin que por ese motivo deje de deleitar a los conocedores con sus excelentes llaves y lucha a ras de lona, además de ser uno de los maestros más prestigiosos de la actualidad.

Dejando en claro que los luchadores de ambos bandos deben ser poseedores de buenos conocimientos de este deporte ¿qué otra cosa, entonces, distingue a quienes pertenecen a uno y otro equipo? Desde luego, destaca la capacidad para la violencia que pueden manifestar los luchadores rudos. En palabras de Great Eku, de Samoa: “Ser un luchador rudo significa no tener barreras, nada que te ate, no tener reglas ni medir las consecuencias de tus actos. Violencia en su máxima expresión”. Fue un luchador rudo, seguramente, el primero en utilizar como arma una silla para agredir a algún rival, y a partir de ahí hemos podido ver escaleras, tubos de luz, manoplas, aerosoles utilizados como lanzallamas y un sinfín de artilugios más que a ojos de mucha gente pueden parecer un exceso. Ante los reclamos que le estaban haciendo por golpear con un recipiente metálico de 20 litros a un rival lesionado, El Vago, luchador rudo de la Arena Jalisco responde: ¿Qué importa que esté lesionado? ¿Entonces a qué viene? El Engendro, por su parte dice: Esto es para hombres ¿qué no? Un luchador técnico llega a valerse de estos medios, pero únicamente como defensa, una vez que el rudo los sacó a relucir antes que él. Suena fascinante el poder sentir esa falta de consecuencias, el poder causar revuelo, seguir compitiendo y hasta ganando, impunemente. La sensación de libertad que describen es en realidad muy tentadora para cualquiera.

Sin embargo para poder ser un buen luchador rudo no basta con tener una buena técnica de lucha, ponerse a hacer rudezas y a excederse en los castigos. El luchador rudo también debe someterse a situaciones que provoquen no solamente el repudio y la rechifla del respetable, sino también la burla. Caerse del cuadrilátero, tropezarse, golpear por error al compañero, vaya, ponerse a sí mismo en ridículo y así colocarse en una situación catártica para el público pues es una de las maneras en las que éste obtiene desquite. La impotencia que puedo llegar a sentir ante las injustas decisiones del referee o la golpiza que le estén dando a mi técnico favorito se puede aminorar si tengo la oportunidad de reírme a mandíbula batiente a costa de la torpeza del luchador rudo. Para poder provocar este efecto se requiere también de carisma, talento y sobre todo, entrega. Atributos admirables en un deportista, sin importar su modalidad ni bando. El Vago comenta: Nosotros nos entregamos noche con noche a dar el 100%, no escatimamos en lesiones ni en nada. El público nos responde a pesar de que somos rudos. Puedo decir que me consta la entrega de la que habla, pues lo he visto caerse de espaldas desde el cuadrilátero, recibir fajazos a diestra y siniestra sin queja alguna, chocar contra los postes y decir y hacer cosas que provocan la burla sobre él. No recuerdo a un luchador técnico que se someta a sí mismo a tales situaciones. Por supuesto que participa en el performance general de la función e interactúa directamente en las evoluciones del luchador rudo, aunque el rol que toma es, evidentemente, distinto. El efecto que debe producir es diferente.

Toda persona que realiza un trabajo que es presenciado por mucha gente, como los artistas o los deportistas, busca invariablemente agradar a esa gente, su reconocimiento, su aplauso y desde luego, su recuerdo. ¿Qué es lo que lleva a un luchador a provocar la molestia del respetable? La mayoría de los luchadores rudos coinciden en que el repudio del público es, precisamente, la forma que tiene de reconocer su trabajo. Según el Hijo de Pierrot: El enojo del público representa felicidad, alegría para mí, como un festejo. Desde luego, cuando el trabajo de una persona consiste justamente en hacer enojar al público, el mayor reconocimiento llega cuando se hace patente ese enojo pues es la muestra palpable de que la labor se está haciendo bien.

Salvo tu mejor opinión, estimado lector, creo que una de las mayores fortunas de las que puede gozar una persona es tener la oportunidad de trabajar en algo que le guste, que le apasione. De modo que si un luchador rudo, aparte de tomar la rechifla como la muestra de que está haciendo las cosas bien, a eso le añade los sentimientos que en él se despiertan, entonces podemos hablar de alguien muy afortunado. Hay luchadores como el Guerrero Vikingo que dicen que los divierte que la gente se moleste. A juzgar por las luchas que acostumbra brindar, debe de ser una persona muy feliz.



TERRY KISS - Foto: Quicho Olivares, DSD la Tercera

Una vez tuve la oportunidad de vivir algo así. Fue en la ocasión en que Terry Kiss me obsequió su máscara. Quiso él que yo subiera al cuadrilátero a recibirla. Su sola presencia bastó para que el público técnico se comenzara a meter con él, lo cual habla de su personalidad y carisma como rudo. Al agradecerle su obsequio, ante el micrófono me declaré aficionado rudo y al abrazarlo, volteamos a saludar precisamente al público técnico. Nunca antes había visto tal cantidad de dedos medios dedicados a mi persona y ¿sabes una cosa? Por mi madre que se siente muy bien.

Sin embargo, cuando se lo he preguntado a los luchadores rudos, la mejor, más sencilla y contundente respuesta que me han dado fue la que me dijo Fumanchu: ¿Qué sientes cuando la gente te abuchea y te grita cosas porque estas lastimando a algún luchador técnico?

Siento que estoy vivo.

Por Carlos García Garibay


Este artículo fue enviado a la revista Titanes del Ring en respuesta a su convocatoria para artículos de Lucha Libre. Pedían algo original, lo confeccioné en base a algunas entrevistas que hice para tal fin con los luchadores con los que habitualmente trato para la revista que tengo con el Quicho: DSD la Tercera. Por lo menos me gané una mención en la revista y me divertí mucho escribiéndolo.