El Comandante Mendoza recuerda todos los programas de Law & Order, CSI y Bones, con sus respectivos métodos de investigación policial, que había estado mirando religiosamente los últimos años. En comparación pensó también en Belascoarán Shayne y su idea de que las huellas dactilares le suenan a producto para el cabello. Eso se acerca un poco más a su línea de pensamiento y acción. Terminó recordando el chiste en donde las corporaciones policiales de distintos países compiten para ver cual es la más rápida en encontrar un ratón en la selva amazónica y los polis mexicanos llegan con un elefante.
Exacto.
Se rió de sí mismo. No pudo menos que hacer eso.
Ante sí tiene un Honda color rojo sangre pichón lleno de pinchemil agujeros de diferentes calibres y la sangre de los dos pobres cabrones que iban en él. Pedazos de piel, cabello y hueso. Algo del vómito de un transeúnte que se había acercado a curiosear y que por mirón el estómago le cobró la factura.
Su escena del crimen. Por un momento esperó ver las tiras de cinta amarilla que la delimitan... se rió de nuevo.
Se puso a pensar en sus posibles líneas de investigación:
"¿Testigos? Nomás como cien güeyes entre automovilistas, peatones y ciclistas que estaban cerca del auto cuando lo carraquearon y que pa' pronto se largaron de allí dándole mayor solidez al mexicanísimo "nadie supo, nadie vió".
¿Huellas? No mames.
¿ADN? Le tengo miedo a esa madre desde que me pidieron una prueba de paternidad.
¿Cámaras de seguridad? Es mamada ¿verdad?
¿Registros de llamadas en los celulares de las víctimas? No, seguramente los del Servicio Médico Forense se chingaron la lana, joyas y demás valores de los occisos."
La raza se ha de reir de lo lindo cada vez que escucha la frase "línea de investigación". Las únicas líneas son las que cortan con la credencial del IFE.
Por radio le avisan que acaban de agarrar a dos pelados que habían robado una refaccionaria cercana. Ya está.
Ahí estaban sus elefantes.
Se iba a descolgar al lugar, no sin antes darle un repaso a su línea de investigación, dispuesto a aplicar su método detectivesco pensando que los cuicos de las series gringas son unos pendejos a los que únicamente les envidia lo buenas que están las mujeres policía en la tele gabacha.
En un par de horas enseñaría sus ratones.
Exacto.
Se rió de sí mismo. No pudo menos que hacer eso.
Ante sí tiene un Honda color rojo sangre pichón lleno de pinchemil agujeros de diferentes calibres y la sangre de los dos pobres cabrones que iban en él. Pedazos de piel, cabello y hueso. Algo del vómito de un transeúnte que se había acercado a curiosear y que por mirón el estómago le cobró la factura.
Su escena del crimen. Por un momento esperó ver las tiras de cinta amarilla que la delimitan... se rió de nuevo.
Se puso a pensar en sus posibles líneas de investigación:
"¿Testigos? Nomás como cien güeyes entre automovilistas, peatones y ciclistas que estaban cerca del auto cuando lo carraquearon y que pa' pronto se largaron de allí dándole mayor solidez al mexicanísimo "nadie supo, nadie vió".
¿Huellas? No mames.
¿ADN? Le tengo miedo a esa madre desde que me pidieron una prueba de paternidad.
¿Cámaras de seguridad? Es mamada ¿verdad?
¿Registros de llamadas en los celulares de las víctimas? No, seguramente los del Servicio Médico Forense se chingaron la lana, joyas y demás valores de los occisos."
La raza se ha de reir de lo lindo cada vez que escucha la frase "línea de investigación". Las únicas líneas son las que cortan con la credencial del IFE.
Por radio le avisan que acaban de agarrar a dos pelados que habían robado una refaccionaria cercana. Ya está.
Ahí estaban sus elefantes.
Se iba a descolgar al lugar, no sin antes darle un repaso a su línea de investigación, dispuesto a aplicar su método detectivesco pensando que los cuicos de las series gringas son unos pendejos a los que únicamente les envidia lo buenas que están las mujeres policía en la tele gabacha.
En un par de horas enseñaría sus ratones.
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