martes, 21 de septiembre de 2010

Ahora soy yo



Alguien se roba la luz,
alguien se roba tu perro.
Alguien se roba también
eso que estás escribiendo.
Alguien se roba tu nombre,
tu paz y tu tiempo.

- La Barranca - Día negro

El Licenciado Morales (¿o era Moreno?) había sido todo amabilidad en el teléfono, del trato meloso y zalamero que tanto detesto y que enciende de inmediato una luz de alarma en mi cerebro. Muy amable y cuidadoso en explicar los pormenores y detalles de la firma del contrato. Por eso tuve todo el cuidado de leerlo completo y con calma cuando el desgraciado me lo puso enfrente el día que nos reunimos en el café. Lo firmé rezando por no estar cometiendo un error y fue ahí cuando el Licenciado sacó el cobre, justo después de tapar parsimoniosamente su pluma fuente y recoger pudorosamente los papeles dentro de una carpeta. Habló de unos ajustes en las facturas en la parte de las deducciones. Terminaría por tener que devolverle más de dos mil pesos después de su dichoso ajuste. - ¿Porqué no me dijo eso antes de que firmara el contrato? - Pregunté tratando de no sonar agresivo. - ¿Habría firmado? - Fue su respuesta acompañada de una sonrisa cínica mientras se levantaba y me dejaba solo rumiando mi cabreo y además con la cuenta del café. Ahora soy yo quien hace gala de parsimonia sacando un cigarro de mi cajetilla, llevándolo a mi boca y encendiéndolo mientras me alejo lentamente del auto con todo y ruido de alarma en tanto que los caros asientos de piel son manchados por la sangre que emana de la sien del Licenciado Moreno (¿o era Morales?) mientras el ladrillo descansa rodeado de fragmentos de vidrio en su regazo.

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