Dado que no hay plazo que a su término no llegue,
aquí sentado frente al bloc de notas me tienes.
Tanta blancura impone; a intimidarme alcanza.
Trato darme valor y digo:
"vamos, no pierdas la esperanza".
- Menuda Coincidencia en Verso ¿sin esfuerzo?
aquí sentado frente al bloc de notas me tienes.
Tanta blancura impone; a intimidarme alcanza.
Trato darme valor y digo:
"vamos, no pierdas la esperanza".
- Menuda Coincidencia en Verso ¿sin esfuerzo?
No puedes evitar recordar a los personajes de Trino en La Chora Interminable: un escritor en mangas de camisa con un eterno cigarro en la mano que nunca escribe nada y una Musa chafa acompañándolo... vaya, te consta que las oleadas de inspiración de repente llegan y no te dejan en paz hasta que les das salida. De repente usas tiempo clandestino para aventajarle a la novela que espera pacientemente desde hace meses a que le añadas capítulos, párrafos. Dejas de escribir algunos códigos, algunos programas, chamba que todo mundo espera que hagas para ayer para sacarte de la manga un capítulo de 5 cuartillas para la mencionada novela. Excelente, pero de pronto el sentimiento de culpa asqueroso y detestable llega a fastidiarte el momento de éxito. Tomas por asalto tres cuartos de hora que se supone son para otra cosa y te metes a un café con una silla cómoda y un enchufe cercano para la laptop y se te van dos tercios del tiempo pensando qué demonios escribir que justifique la infracción. Tarde de lluvia, dispones de un par de horas a solas en tu estudio... tasa de café, pachita nalguera con un poco de licor, un par de rebanadas de pan tostado, y pinchemil gigas de música a tu disposición. Nada. Sabes que no tienes todo el día, toda la tarde... ni siquiera toda la noche o días próximos. Tu oficio regresará a agarrarte de los tompiates y no te los soltará hasta que termines los reportes para el sistema de información de los programas de inversión escolar, o que le avances algo al sistema de información hospitalaria que tiene meses de retraso y que te está robando mucho de tu tiempo, la chamba por fuera ocupará tus tardes y tus noches; hasta tiempo del que oficialemente no dispones. Carajo. Darías mucho para que eso se acabe y puedas usar ese tiempo para escribir otras cosas. Paciencia, te dices mientras los minutos pasan y se acerca el momento en que deberás apagar la computadora y olvidarte hasta nuevo aviso de contar con tiempo disponible para "escribir".
4 comentarios:
Carlos,
La descripción de esta tarde lluviosa con tiempo, que no es tuyo aunque te pertenezca, me suena espantosamente familiar. Que bueno que lo compartes y con mi taza de café, te envío un saludo desde el otro lado de la computadora que aún no apago.
Un abrazo,
Saludos Clau
Muchísimas gracias por darte una vuelta por el blog y sobre todo por dejar un comentario.
Resulta catártico e irónico escribir sobre las ocasiones en que no se puede escribir.
Gracias nuevamente!
Lo mejor
Leyes de la vida adaptate o muere
Maldito sistema como es posible ke seas tan eficaz.
jajajaja
Muy eficaz mi estimado. La clave está en reconocer que uno mismo está inmerso en él ¡salud!
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