martes, 31 de mayo de 2011

El Efecto Manolito


Creo que no existe un hispanohablante que no conozca a Mafalda y al corrillo entrañable de amigos que la acompañan. Hijos de pluma todos del buen Joaquin Salvador Lavado Quino. Particularmente me quiero referir a Manolito Goreiro, el pequeño hijo del propietario del almacén del barrio, Don Manolo, quien es un inmigrante gallego. Manolito representa las ideas conservadoras y capitalistas en el pequeño mundo infantil de Mafalda y sus amigos. Al contrario de Mafalda, es materialista, ambicioso y también muy bruto. Manolito es necio y se empecina en sus posturas sin que nada ni nadie lo convenza de lo contrario.

Sin embargo sus amigos -a pesar de las diferencias ideológicas que al margen de su edad tienen- lo admiran. Lo admiran por ser el único de ellos que sabe positivamente lo que quiere llegar a ser.

Lo que yo llamo el efecto Manolito se refiere al hecho de ser juzgado y visto como fuera de línea por el hecho de no comulgar con la mayoría. Pongamos el ejemplo de la ilustración con la que acompaño este comentario. A Manolito no le gustan los Beatles. En la historieta parece ser el único a quien no le gustan (quizás podamos contar también al hermanito pequeño de Mafalda, Guille, que se duerme cuando los escucha). Podemos ver varias tiras en las que se cuestiona y trata de comprender el gusto de los demás sin lograr explicárselo y algunas otras en las que disfruta despotricando contra ellos.

Me llama la atención ese afán de ambas partes en afirmar que el otro está mal. Postura que incluso quienes se dicen liberales adoptan. Pongo el caso más o menos actual en el que el comediante mexicano Chespirito llamó caricatura a la pintura Guernica de Picasso.


Para mi el asunto se reduce a una cosa: A Chespirito no le gusta Guernica de Picasso.

Mientras que las corrientes librepensadoras y liberales, amantes del arte y fans de Picasso pusieron el grito en el cielo y se rasgaron las vestiduras tachándolo de ignorante.

¿A todo mundo le tiene que gustar Guernica de Picasso?

Quizás se cuestione el hecho de que Chéspiro haga un comentario despectivo pero ¿no es lo que los intelectuales acostumbran hacer también con las cosas que consideran inferiores?

Evidentemente no solo la derecha es cerril.

Hace rato que decidí no darle importancia a las cosas que me disgustan despotricando contra ellas. No pasa nada. Pero el prójimo asume que me gustan y causa sorpresa descubrir lo contrario. Es pesado que esta diferencia sea vista de repente como un defecto.

A mi tampoco me gustan los Beatles ni comprendo la idolatría ciega que provocan.

Ni la playa.

Ni el fútbol.

Y si me apuran un poco, tampoco soy fan de Picasso ni de Chespirito.

Y al igual que Manolito, así me quiero quedar.

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