"Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas."
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas."
—Joan Manuel Serrat —Algo personal
Los niños en edad escolar suelen ser crueles. De hecho los compañeros de generación acostumbramos recordarnos así: crueles. Aun si no lo hacemos nosotros mismos, hay personas que estarán allí siempre para hacerlo. En fin. Recuerdo al pequeño compañero cuyo padre era diputado charro del institucional. Nosotros, a esas tiernas edades ya sabíamos, o creíamos saber, la clase de calaña a la que su padre pertenecía, sabíamos que un político no es alguien de fiar, por lo menos los de ese equipo. Creo que no sabíamos lo que decíamos, por nuestra falta de sutilezas al respecto. Pensábamos que eran los malos y los otros los buenos, así, en términos de bondad y maldad. Ingenuos. No sabíamos entonces que los de todos los colores son unos cerdos bien nacidos. Aunque ciertamente no nos faltaba razón para pensar así de su papá, aunque sea por mero estereotipo. Resultaba evidente el ejemplo que teníamos en casa en materia de vituperios, pues aun sin otra noción política le hacíamos bullying diciéndole que su papá era un ratero. Así, con toda la saña de la que éramos capaces.
Pobre, pensaba yo. Ingenuo de mí. Recuerdo que él hacía esfuerzos indecibles para decirnos que no, que su papá no era ratero. Quizás cualquiera me diría que es un esfuerzo natural y loable para un niño defender a su papá de ser vilipendiado así por sus compañeritos de escuela. Pero no. Él, a diferencia de nosotros, sí estaba recibiendo un adiestramiento político en casa. Nos decía que no, que su papá no era ratero, que estaba trabajando en un puesto en donde "había dinero ai', nomas para que alguien lo tome, y que si no era él, sería alguien mas."
Hoy, a más de tres décadas de distancia, ese pequeño es poseedor de una carrera política profesional en el partido de la maistra. Definitivamente me sirve como ejemplo de que mucha de la clase política establecida institucionalmente ha sido convenientemente amaestrada en casa, chiqueada y provista desde temprana edad de prebendas propias del tráfico de influencias. Y tengo más ejemplos, pero será en otra ocasión.
De modo que piense cuando eduque a sus pequeños. Por lo que más quiera enséñeles a ser personas de bien y no la porquería humana que hoy ocupa lugares de poder.
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