Acabo de recibir una llamada en la que se me pide urgentemente que me asome a ver un mensaje de whatsapp que me fue enviado hace tres minutos...
Creo que lo que quiero decir se explica solo.
Hace poco Lenny Kravitz estuvo en Guadalajara. En una de las canciones (Let love rule), el tipo se puso a divagar y a alucinar y a decirle a los asistentes cuál era su rollo aleccionador para la raza tapatía. Sin querer recordé a James Brown en su papel de Reverendo Cleofus en The Blues Brothers de 1980. Lenny parecía ministro, predicador, diciendo que qué malísimo pedo son todos por ser tan ávidos consumidores de tecnología celular, que qué mala onda por mostrarle el lente de una camarita en lugar de los ojos. "¿Sí me están entendiendo?", preguntó cuando muchos celulares seguían en alto grabando lo que decía. Y ellos, fans acérrimos, baratija en mano, solo gritaban eufóricamente pensando que Lenny estaba dando su bendición y continuaban grabando el regaño para la posteridad.
Sin embargo, ese afán de ser adorado de forma pura y sin intermediarios tecnológicos, no le quita nada de razón. ¿Qué objeto tiene el mantenernos voluntariamente exclavizados al lado del aparatejo? digo, también se me hace chingonsísimo lo que sea que abone a la buena comunicación, pero de eso a pretender que las personas poseedoras de un teléfono celular estén siempre al pendiente y que de inmediato se den por enterados de cualquier cosa que queramos decirles es lo que me hace cuestionarlo también.
En realidad perfiero a Lenny como cantante y showman que como reverendo.
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