Alguna vez vi a Phoebe y a Joey discutiendo sobre si de verdad existen las acciones altruistas. Totalmente desinteresadas. Phoebe afirma que sí, Joey Tribbiani dice que no. Para él, la simple satisfacción que una persona siente al realizar una buena acción es un beneficio obtenido a cambio de dicha acción y por ende, le hace perder todo valor de altruismo. Desde mi punto de vista, Joey tiene razón.
Aquí se me impone una reflexión: Las personas quieren que nos interesemos en ellas, pero a la vez, que lo que sea que les brindamos, sea de forma desinteresada... Vaya pedo ¿no?
Y yo me pregunto estas cosas hoy porque hay temporadas en las que el prójimo parece decidido a poner a prueba mi capacidad de abnegación, mi paciencia, y me hace cuestionarme si vale la pena poner en riesgo mi salud emocional.
Me gusta servir. Me gusta servir a mis seres queridos. Y podría decir que lo hago sin esperar nada a cambio, pero eso sería una puta mentira y estaría cayendo en una actitud que detesto, que es la de vestirse de bueno (buenoide materialista, diría Mafalda), o peor, de víctima.
La verdad es que hay una cosa que sí espero: Reciprocidad.
La verdad es que hay una cosa que sí espero: Reciprocidad.
Y no estoy hablando de favores, y menos materiales. La vida me ha enseñado que casi siempre los favores se devuelven a otras personas diferentes a las que le hacen favores a uno en primer lugar. Estoy hablando de esas pequeñas pero importantes cosas que hacen llevadero el paso por este perro mundo, como el saludar, dar los buenos días, no desquitarse con quien no la debe con el maldito pretexto de no estar de buen humor, no contestar las llamadas, los mensajes y endilgarle a los demás la responsabilidad de mantener una relación personal.
Ni siquiera con que me den, sería feliz si no me quitaran... y sigo sin hablar de cosas materiales.
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