lunes, 19 de febrero de 2018

Lepidópteras

— ¿A mariposear? —preguntó ella.
— No. No mariposear... cazar lepidópteras —respondió él mientras pensaba en Polo Polo y su chiste de las mariposas de colección a las que les abre sus alitas para ensartarles una aguja el muy guarro.
— Lepi... ¿que? —hizo ella su mejor cara de inocencia.
— Lepidópteras.
— ¿Y eso que es? —ella no tenía ninguna duda en que terminaría por convencerlo al hacerlo imaginar que se internarían juntos por el bosque con sendas redecillas y dando saltitos mientras perseguían a los asquerositos gusanos alados.
— Pues... son mariposas.
— O sea que vamos a mariposear —dijo ella mientras pensaba en su propia fría punta de acero y en el largo tiempo que había pasado sin hundirla en ningún otro cazador cazado.
— Es que dicho así... —comenzó a quejarse él, macho cuadrado y conservador, aunque mariposero, al que no le gustaban las posibles connotaciones de la palabra, pero que como buen convenenciero pensó que bien podría valer la pena— Venga pues... mariposear...

Capaz que se inventaba una nueva acepción... en cualquiera de los dos casos.

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