miércoles, 17 de abril de 2013

Relatos ruleteros - El tubo

—Parecían una familia normal, mano. La señora, el morrito y el señor. Me hicieron la parada y atrás se subieron la señora, joven la señora y el chavito... con un tubo.
—¿un tubo? —pregunté para estimular la narración.
—Si, un tubo, era de tres cuartos y como de un metro de largo... lo vi por el retrovisor... y adelante se subió el señor, joven también. El chavito tendría como cinco años.

El chofer del taxi lo contaba con nervio, hasta parecía que seguía viendo el mentado tubo cada vez que miraba el retrovisor. Encendió un Marlboro, me ofreció y acepté.

—¿y?
—Se subieron allá por la Josefa Ortíz y la 56 y me dijeron "déle derecho, hasta el parque de la Soli", ni siquiera negociaron la tarifa, y pos hasta ahí todo normal, ya hasta se me había olvidado el tubote... hasta que cruzamos Plutarco. Fue cuando el señor se puso a preguntarle a su señora —"¿Aquí es?" — "no" — "¿Aquí es?" — "no" —y así cada cuadra, el señor se veía encabronado cada vez más hasta que la doña le dijo: "en la siguiente esquina" — "¿segura? ¿estás segura?" — "si" — "¡párese en la esquina!" —y pos que me paro. Era una casa en una esquina, ya ni me acuerdo cual, pero si paso por allí seguro que me acuerdo. —"¿segura que aquí es?" —preguntó el cabrón— "sí, segura" — "¡échame el tubo!" —y la vieja que le pasa el tubo —"¡No te vayas a ir!" —me dijo a mi ¿pero cómo me iba yo a ir? con la doña y el chavito ahí...
—¿Y que hizo el otro? —pregunté ya de plano inmerso en el relato, aprovechando que el chofer hacía pausa para darle unas caladas al cigarro que desde hacía unos minutos se consumía solo mientras su propietario narraba.
—Pos comenzó a darle de tubazos a todo lo que veía.
—¡ah, no mames!
—¡Si! Las ventanas, las puertas, las macetas, al carrito que estaba estacionado afuera ¡nombre! se estuvo como cinco minutos haciendo desmadre, tubazos a lo cabrón, y de la casa, nada. Yo pensé que iba a salir alguien a meterle unos tiros a ese güey, o que iban a llegar los polis, pero ¡nada!
—¿Y usted que hizo?
—¿Pos que iba yo a hacer? Me dediqué a ver la pachanga de tubazos... y cuando terminó volvió a subirse a mi taxi, no sin antes pasarle de nuevo el tubo a la señora... —"listo, ámonos" —dijo él— "¿a dónde, joven?" —le pregunté yo— "de regreso". Y ahi vamos, de regreso a donde los subí. Se fumó un cigarro en el camino y ya no dijo nada más. Sólo la doña. Cuando llegamos y se estaba bajando del carro dijo: "A ver si se le quitan las ganas de andar de caliente al hijo de la chingada...".

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